Por el amor de una mujer
El fiscal pide cinco años de cárcel para un empresario que hirió a un proxeneta para liberar a la chica que amaba
Disparó contra él porque la amaba a ella. La diferencia con otros casos es que la víctima era el proxeneta que la explotaba a ella, de al que el acusado se había enamorado locamente. Tanto que se han casado y están esperando un hijo, a pesar de que él está entre rejas desde que sucedieron los hechos. Ocurrió el pasado 25 de abril en la plaza de Rius i Taulet, en el barrio de Gràcia, y se juzgó ayer en la Audiencia de Barcelona. El fiscal solicitaba inicialmente nueve años de cárcel para Carlos M., pero ayer rebajó su petición a cinco años al evaluar la angustia de la situación. Una prueba de que, a veces, una cosa es lo legal y otra lo justo. Es decir, el Código Penal y la realidad.
El hombre, un pequeño empresario del sector de la construcción, quedó tan enamorado de Urma C., una joven albanesa, que después de haberla conocido dejó a su familia y se fue con ella. Pero Urma era una joven que estaba siendo explotada sexualmente junto con su hermana en Grecia, Italia y Francia. El líder de la banda era Adrián G. El enamoramiento fue tal que el constructor llegó a pagar más de 9.000 euros a los proxenetas para que la mujer pudiera empezar una nueva vida. No sólo no logró nada, sino que, por intentarlo, le propinaron tres palizas. Ayer, durante su declaración, Carlos M. llegó a emocionarse y dijo que lo hizo por amor y que no quería matar a su víctima. Nada original en una sala de vistas, pero parecía más sincero que otros que se sentaron antes que él en el banquillo.
Los hechos ocurrieron en una terraza de bar, que es uno de los lugares donde se cita la gente cuando tiene que solucionar algún problema. Allí habían quedado el constructor, el proxeneta, dos de sus hombres y las mujeres: la amada, su hermana y una amiga. Lo que podía arreglarse hablando acabó a gritos. El empresario les pidió que dejaran tranquilas a las chicas, y en vista de que no había acuerdo, las mujeres se levantaron y se fueron.
Adrián G. las siguió y Carlos también. Acabaron a puñetazos y parecían haberse quedado tranquilos, pero el proxeneta volvió a tomarla con las mujeres y al final acabaron a tiros. El empresario sacó una pistola y disparó dos veces contra el supuesto explotador de las mujeres. Una bala le alcanzó el brazo y otra el abdomen. La víctima quedó tendida en el suelo y el agresor se fue. La policía le detuvo al cabo de 13 días.
Carlos M. declaró ayer que el arma se disparó de manera accidental durante un forcejeo, pero el fiscal está convencido de que la cosa fue de otra manera y que el empresario actuó con el ánimo de acabar con la vida del proxeneta. Por eso le acusa de un intento de asesinato y de tenencia ilícita de armas y pide para él cuatro años de cárcel por el primer delito y otro por el segundo.
La mujer declaró a favor de su marido, como no podía ser de otra forma en un caso así. Dijo tener miedo y afirmó que el proxeneta es capaz de cualquier cosa porque se llevó a su hermana para que ejerciera la prostitución cuando sólo tenía 15 años.
La justicia le busca hace tiempo porque tiene abierto un proceso por inducción a la prostitución, falsificación de identidad y amenazas. La defensa del empresario pidió su absolución o una pena menor de un año por arrebato, obcecación y legítima defensa. Argumentos también habituales, aunque quizá creíbles.
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