Pulso
El guitarrista Toti Soler incluyó el año 1976 en su disco Desdesig una composición de Xavier Batllés de título curioso: L'autobús fa l'amor amb les torres de Quart. Hace ya mucho tiempo que el tráfico rodado no penetra en el arco de esa antigua puerta de la ciudad de vaga inspiración napolitana, pero Valencia, entonces, todavía emergía del sopor del franquismo y a espaldas de las torres de Quart y de Serrans, en los bares y tascas, en las casas de comida barata, en los pisos destartalados compartidos a veces por auténticas tribus, palpitaba el corazón bohemio y politizado de una nueva época que estallaría en pedazos en los años ochenta. La Ciutat Vella, delimitada aproximadamente por el círculo de lo que en su día fue el recinto amurallado, trató de reforzar su contorno emblemático en los últimos decenios del siglo XX al levantarse en su perímetro instalaciones culturales surgidas de la imaginación de sucesivos gobernantes, como el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM), el Centre Cultural de la Beneficència o el Museu Valencià de la Il.lustració i la Modernitat (Muvim). La operación, hasta cierto punto defensiva, no logró camuflar un visible eje de fuga hacia el sureste por el Jardín del Turia, en cuyos márgenes se ubican el Museo de Bellas Artes, el Palau de la Música y la Ciutat de les Arts i les Ciències, y otro hacia el noroeste, por la Avinguda de les Corts Valencianes y el Palau de Congressos, hacia la Feria de Muestras, en el paroxismo de una expansión que la ciudad no ha frenado desde que rompió, en la segunda mitad del siglo XIX, su cáscara de huevo cuando derribó las murallas. Por no hablar de otras penas, las instituciones culturales que en las cercanías de la Porta de Quart tratan de contener el alma de la urbe (aquella inspiración renovadora que, sin embargo, se niega a perder la memoria) no pasan ahora mismo por su mejor momento: el Muvim falló en su concepto, la Beneficència navega a la deriva y el IVAM, a cuyas inauguraciones dicen que no va casi nadie, es víctima, según Oriol Bohigas, de 'una cierta retracción temática' que afecta a muchos museos de otras ciudades españolas. Tal vez el pulso de Valencia está ya en otra parte.
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