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DÉCIMO CONGRESO DEL PARTIDO POPULAR DE CATALUÑA

El PP encarga a Piqué igualar en Cataluña el resultado logrado en las generales de 2000

El Partido Popular encargó ayer a su nuevo presidente en Cataluña, el ministro Josep Piqué, que iguale en las próximas elecciones municipales del 25 de mayo y en las autonómicas, cuando las convoque Jordi Pujol, el resultado logrado en las últimas elecciones generales. Piqué, que resultó elegido presidente del PP catalán con un abrumador 93%, afronta una difícil tarea. En las generales de 2000, el PP obtuvo el 22,8% de los votos. Un año antes, cosechó el 11 % de los sufragios catalanes en las municipales de mayo y bajó al 9,5% en las elecciones a la Generalitat de octubre.

'Nuestro objetivo es que la confianza que obtuvo el Partido Popular en las últimas elecciones generales sea también la confianza que logre en las municipales y en las elecciones a la Generalitat', exhortó ayer por la mañana Javier Arenas a los compromisarios del PP catalán, congregados en un hotel barcelonés porque la premura con la que se convocó este cónclave les impidió encontrar un local más adecuado.

Por la tarde, Piqué presentó su candidatura a la presidencia regional con un discurso leído incluso en los momentos en que quería expresar espontánea emoción, y asumió el reto: 'Es posible plantearnos ser un partido de gobierno en Cataluña, ser el vertebrador del proyecto político que Cataluña necesita'. Es posible, subrayó, porque 'asistimos al final de un ciclo político', el de 'un proyecto que ha gobernado Cataluña durante 22 años', con Jordi Pujol como presidente. 'No hay motivo para que el PP, siendo la primera fuerza política en España, no sea también la primera fuerza política en Cataluña', añadió.

La clave del éxito, según Piqué, es 'estar en el momento adecuado en el lugar adecuado' y él confía en acertar ahora pues, a su juicio, 'tanto Pujol como Maragall representan el pasado, y personas como Carod [líder de Esquerra] y Joan Saura [de Iniciativa] representan directamente la prehistoria'. Esta comparación desató uno de los más cerrados aplausos de la tarde.

La tesis de que el PP está en condiciones de erigirse en un 'partido de Gobierno en Cataluaña' había sido esgrimida por su ya ex presidente Alberto Fernández Díaz en su despedida: 'El PP está hoy en una posición privilegiada. Es la tercera fuerza', dijo. Fue el tercer partido, con el 22,8% de los votos, después del PSC (34%) y de CiU (28,8%) en las elecciones generales de 2000, pero tiene los mismos escaños que ERC en el Parlament -12- y se encuentra a mucha distancia de las dos primeras en las municipales y autonómicas. Además, este dispar modelo de votación -el llamado voto dual- se repite en Cataluña desde la recuperación de la democracia. La diferencia, que todos ayer subrayaron, es que en 2000 'el PP obtuvo el mejor resultado de su historia' y que Pujol dejará la primera línea en manos de Artur Mas, su conseller en cap.

Piqué concluyó con una reivindicación de Francesc Cambó -líder del catalanismo en el primer tercio del siglo XX- y una peculiar adaptación de uno de sus lemas: 'Per una Catalunya gran dins d'una Espanya gran', dijo en referencia al manifiesto Per Catalunya i l'Espanya gran, que Cambó lanzó en 1916, antes de unas elecciones en las que fracasó.

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El objetivo de Piqué, pues, 'es ser un partido de gobierno en Cataluña'. En la práctica, según la definición matutina que realizó Fernández, esto significa que el PP quiere evitar que en Cataluña gobierne el 'cóctel de la izquierda' capitaneado por el PSC de Maragall. Aún más crudo, se trata de 'evitar que el PSC sea el caballo de Troya del independentismo catalán' que los populares encarnan en Esquerra. Y evitar también 'un pacto entre CiU y ERC, porque eso sería un retroceso para Cataluña'.

La alternativa que busca, sin declararlo explícitamente, el PP es coligarse con CiU en un futuro Gobierno de la Generalitat y conjurar así el peligro de Maragall y su potencial efecto multiplicador del voto socialista para 2004. El nuevo presidente del PP catalán y ex ministro de Asuntos Exteriores, no obstante, no ahorró las críticas a CiU al considerar que sus reivindicaciones nacionalistas han quedado obsoletas y reivindicó para el PP la pátina de partido tan catalán como el que más.

Piqué será la nueva cara del 'catalanismo reformador e integrador' que propugna su partido. 'Reformador' significa que defenderá la 'segunda descentralización' siempre desde la actual redacción de la Constitución y el Estatuto, y que buscará capitalizar 'que la colaboración con CiU ha sido positiva en términos políticos'. E 'integrador' implica estar 'al servicio de la pluralidad' de quienes son 'catalanes de origen y quienes han venido a Cataluña' a trabajar; supone, sobre todo, no olvidar que 'Cataluña es España' y estar 'orgulloso' de ello.

Tanto Piqué como Arenas presumieron de que el PP 'sí tiene un modelo para Cataluña y para España', y dirigieron sus principales dardos contra el PSC y el PSOE. 'Otros, como el PSC o el PSOE o Ciutadans pel Canvi, no tienen modelo ni para Cataluña ni para España', sentenció Piqué. Horas antes, Arenas desató las risas de los compromisarios con su clásica broma de todos los congresos regionales que lleva celebrados el PP desde septiembre: 'Un amigo mío dice que el PSOE es el partido según', cuenta cada fin de semana.

José María Aznar, en el Palau de la Música, junto al arquitecto Óscar Tusquets (izquierda) y el presidente del patronato, Fèlix Millet.
José María Aznar, en el Palau de la Música, junto al arquitecto Óscar Tusquets (izquierda) y el presidente del patronato, Fèlix Millet.MARCEL.LÍ SÁENZ

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