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Reportaje:

'Alguien quiere acabar con el espíritu de convivencia en la isla'

'A lo mejor, el atentado lo llevaron a cabo musulmanes, pero ya no son nuestros hermanos', dice el imam

Son jornadas de duelo en Kepaon. Este populoso barrio de Denpasar, donde vive la mayoría de los musulmanes de Bali, también tiene muertos que llorar tras el atentado del sábado. Cuatro jóvenes de la localidad, musulmanes y taxistas, no pudieron escapar de la metralla y el fuego que inundaron el centro de Kuta.

'A lo mejor lo llevaron a cabo musulmanes, pero ya no son nuestros hermanos'. El que habla así de los autores del atentado, que acabó con la vida de 187 personas, la mayor parte turistas occidentales, es el Haji Ibrahim, imam de la mezquita del barrio. 'Las vidas perdidas no es lo peor, lo más grave es que alguien quiere acabar con todo esto'.

'Todo esto' es la convivencia, el espíritu de comunidad que ha regido la vida de Bali desde tiempos inmemoriales y que le ha permitido convertirse en un oasis de paz en la siempre inestable Indonesia. Un enclave conocido en el mundo como la Isla de los Dioses, donde musulmanes, hindúes e incluso cristianos han vivido puerta con puerta sin las tensiones de sus vecinos. Bali es la única isla del sureste asiático en la que el hinduismo se mantiene como religión dominante: el 90% de la población practica, de una u otra forma, este credo. El 10% restante son musulmanes. Y ello en un país con 220 millones de habitantes, el 95%, musulmanes. Sin embargo, la presencia del islam se ha incrementado los últimos años, y se nota. Muchos indonesios de la vecina isla de Java se han instalado en la próspera Bali para aprovechar el filón del turismo. Buena parte de la población local considera que el mantenimiento de la convivencia fue uno de los éxitos del régimen del dictador Suharto. La democracia guiada del que fuera presidente de Indonesia durante 32 años (hasta 1998), logró crear la identidad nacional indonesia, respetando, con más o menos esmero, la identidad de 300 grupos étnicos.

Pese a los atentados, que han sufrido en los últimos años diferentes iglesias cristianas en Java y a los ataques a las mezquitas en el este de Indonesia, la violencia religiosa no ha sido nunca el primer problema. Y Bali puede jactarse de ser la más intercultural y abierta de las 17.000 islas que conforman Indonesia.

Islam radical

Este paraíso turístico, destino tradicional de surfistas y recién casados, ha sido inmune a las corrientes más radicales del islam, que echaron raíces en la vecina Java. Pocos balineses parecen interesados en las doctrinas de las viejas escuelas coránicas de otras áreas de Indonesia. Incluso el imam de Bali no tiene reparos en afirmar que lo que impera en Java 'son otras formas de ver la religión'. Tampoco le importa en exceso abandonar el vestuario, que se le presupone a una figura religiosa de su categoría en la mayor parte del mundo musulmán, y comparecer ante un periodista extranjero luciendo unos pantalones bermudas y chapurreando el inglés.

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Pero los últimos días no han sido los mejores para los musulmanes de Bali. El temor a las reacciones de los vecinos ha hecho que muchos eviten los lugares más habitados. 'Tienen miedo; temen que la gente les confunda con terroristas' explica un joven hindú que trabaja como voluntario en las tareas de socorro de las víctimas del atentado.

Esta sensación puede notarse, aunque sin gran dramatismo, en los barrios musulmanes de Kuta y Denpasar: menos gente en la calle que de costumbre, según los locales, y ambiente de conmoción. Todos saben que lo que pasó el sábado en la discoteca de Kuta les traerá problemas en el futuro, aunque el imam reitera su mensaje de optimismo: 'El islam no es terrorismo, sino paz; quien no entienda esto es que no entiende la esencia de nuestra religión'.

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