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Reportaje:

Vecinos de la tentación

Una sala de juegos abre frente a la asociación de ludópatas en rehabilitación de Huelva

El secretario de la Asociación Onubense de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Aunujer), Jorge Barroso, manifestó ayer que un ludópata tiene que construir un muro férreo entre su vida y el juego para ganar una partida decisiva: vivir sin dependencias a las máquinas tragaperras. Pero si alguien se empeña en echar luces de neón y ruido de monedas a esa barrera, que no es más que una muralla psicológica, ésta se debilita y es mucho más fácil que se desmorone. Esto es lo que les ha ocurrido a los más de 174 socios de Aunujer en Huelva, que han visto cómo sus muros pueden debilitarse porque justo enfrente del centro donde acuden para sus sesiones de rehabilitación, ubicado en la calle Cristóbal Colón, 91, se acaba de inaugurar un centro de juego 'con luces por todo lo alto, carteles enormes y sonido estridente de máquinas tragaperras'. 'Una llamada a la recaída para muchas personas que luchan denodadamente por recobrar la normalidad después de haberse arruinado a sí mismas y a sus familias', afirmó Barroso.

El proceso de rehabilitación es largo y pesado. Lo comentan algunos socios de Aunujer. 'Abrir a escasos siete metros del centro una sala de juegos es como un chiste, como una broma macabra', dijo, indignado, el secretario de la asociación.

Jorge Barroso, que lleva más de 10 años rehabilitado, es uno de los promotores de Aunujer en Huelva. Por esta asociación han pasado desde 1991, cuando se instaló la primera sede en la capital onubense, más de 3.000 personas con problemas de adicción al juego. 'Hemos obtenido resultados muy brillantes, aunque ya se sabe que esto es una enfermedad que no tiene un fin concreto. Pero el juego está ahí, latente. Lo importante es no despertar a la fiera', dijo. Y añadió: 'Nuestro objetivo reside en hacer todo lo que esté de nuestra mano para rehabilitar a las personas que con este problema, lo demás es competencia de las administraciones. Las instituciones tienen que hacer algo por evitar que esto ocurra, porque pueden causar un daño irreparable', reivindicó Barroso.

Pero el Ayuntamiento de Huelva ha hecho poco para frenar la instalación de la polémica sala de juegos. Los directivos de Aunujer se dirigieron varias veces al alcalde, Pedro Rodríguez (PP), para que no concediera la licencia de apertura. El concejal de Medio Ambiente, Felipe Arias, afirmó ayer que el Ayuntamiento no tiene competencias para autorizar la ubicación de este tipo de instalaciones. Además, explicó que los salones y salas recreativas se rigen por el reglamento de las comunidades autónomas. 'Desde el Ayuntamiento de Huelva, lo único que podemos otorgar es la licencia de apertura y que el centro cumpla con las normas establecidas: insonorización, instalación de medidas contra incendios y accesos para minusválidos, entre otras cosas', afirmó.

Más de 20.000 afectados

Según el concejal de Medio Ambiente de Huelva, Felipe Arias, la última palabra en este polémico caso de la casa de juegos situada junto a la sede de ludópatas en rehabilitación la tiene la Junta de Andalucía. Es esta institución, dijo, la que 'debe otorgar la licencia definitiva después de estudiar la incidencia social que la ubicación de determinado centro puede causar'. Un portavoz de la Junta se apresuró ayer a desmentir a Arias. 'El concejal del PP desconoce o quiere desconocer el proceso. Es el Ayuntamiento el dueño de las competencias para otorgar licencias de obras y de apertura, a través del Plan General de Ordenación Urbana. Nosotros no tenemos nada que ver con este asunto y ellos lo saben'. El secretario de Aunujer, Jorge Barroso, afirmó ayer que según un estudio de la Consejería de Asuntos Sociales, elaborado por la Universidad de Granada en 1996 para determinar la incidencia de la población en el juego, el 6,2% de la población onubense era adicta a las tragaperras. Esto supone que más de 20.000 onubenses tienen problemas de ludopatía. La sede que actualmente tiene Aunujer en la capital onubense es un edificio cedido por la Junta de Andalucía en 1994 y que esta asociación explota en régimen de alquiler. Esta asociación cuenta con un equipo multidisciplinar. Disponen, de forma desinteresada, de un abogado, además de dos psicólogos, que son los encargados de elaborar los historiales clínicos de los pacientes y quienes determinan el estado del enfermo. La primera de las fases por las que pasa un ludópata para su recuperación en este centro de rehabilitación es la de inicio y rehabilitación, que dura unos ocho meses. La persona se integra así en un grupo de autoayuda que dirigen unos monitores. En estas sesiones se trata el problema de la ludopatía. Estos monitores, que trabajan de forma desinteresada en la asociación, son ludópatas rehabilitados. En la segunda fase, el enfermo pasa a un grupo de psicoterapia, donde aprende 'habilidades sociales' que le sirven para su integración en la sociedad.

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