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Columna
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Jóvenes

La maldad nunca tiene excusa, pero cuando tiene lugar por una insensatez, por una necedad como algún tipo de droga, un juego o un partido de fútbol, tal como hemos podido ver en la televisión, entonces es peor y es un problema social. Los jóvenes son lo que hemos hecho de ellos con la educación escolar y familiar, con las circunstancias sociales en las que están inmersos y, cómo no, con los medios. Es posible que se conozca el porqué de esa violencia, del consumo de drogas o del vandalismo (por cierto, que es una pena como está la escultura de Mozart frente al Maestranza, obra de Rolando) y que se haya puesto en marcha algún plan para erradicarla, en cuyo caso sólo tendremos que esperar unos años para notar los resultados. Pero yo no encuentro nada importante que haya podido cambiar para que así ocurra. La televisión, por ejemplo, que tanto poder tiene, continúa ofreciéndonos la bazofia que parece ser que nos gusta; salvo, afortunadamente, dos cadenas que tienen una programación de mayor interés cultural aunque, desgraciadamente, con mucha menos audiencia.

En cualquier caso, como de lo que no cabe duda es de que se trata de algo que hay que atajar desde el principio, desde la primera edad, pues para el desmadre actual quizá la única solución sean más policías, pero para el desmadre futuro habrá que buscar otras alternativas como equipar a los niños con la educación necesaria para prevenirlo. Después, para que el conocimiento de las materias que estudian tenga sentido, habrá que educarles en valores, actitudes y espíritu crítico, en la voluntad de esforzarse, en ser dueños de ellos mismos, en saber dónde tienen los pies; y todo ello basado en razones más que emociones.

De vez en cuando nos llega un estudio comparativo de los resultados escolares entre países europeos, pero también sería interesante saber y comparar qué porcentaje hay de jóvenes interesados por el conocimiento y sus estudios, qué porcentaje hay pasota y desmadrado y, entre estos últimos, qué porcentaje proviene de zonas desheredadas y marginadas. Y acabo como siempre: estoy segura que es rentable aumentar el presupuesto en educación.

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