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LA CRÓNICA
Columna
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Un sueño en Celrà

La danza es un arte efímero, y ésta es una de sus gracias. El bailarín es como un dibujante en el espacio: el movimiento se deshace en el aire y nunca más será el mismo. Los que, de una manera u otra, hemos estado cerca del mundo de la danza sabemos lo duro que es, en este país, mantener una compañía y lo desmoralizador que resulta, después de meses de trabajo, actuar -con suerte- apenas dos semanas en Barcelona, sin pisar después el resto de los escenarios del país. En cambio, sí es cierto que las compañías más reconocidas (Mudances, Cesc Gelabert, Metros, Mal Pelo...) tienen la oportunidad de recorrer los festivales europeos. Hace unos días entregaron el Premi Nacional de Dansa a una de esas compañías, Mal Pelo (dúo formado por Pep Ramis y María Muñoz), pero ha sido un premio diferente, con un grado más de imaginación, porque no sólo se reconocía su último espectáculo, L'animal a l'esquena, sino un proyecto artístico que, con el mismo nombre, se está realizando en Celrà, un pueblo que linda con Les Gavarres, a pocos kilómetros de Girona.

El Centre de Creació l'Animal a l'Esquena de Celrà acoge a profesionales de las artes escénicas, seminarios, encuentros...

Dice María Muñoz que, para el bailarín, la danza es la urgencia de empezar a soñar sentida en el cuerpo... Pep y María empezaron a soñar hace 13 años, cuando montaron Mal Pelo. Ella, por su calidad de movimiento y su fuerza expresiva, era ya una de las bailarinas con más carisma de este país; él llegaba del mundo de la música, de los títeres, del dibujo, y recibía su primera clase de danza de la mano de María: binomio perfecto que fue tomando forma para crear una serie de espectáculos que a veces parecen salidos de un sueño. Personajes distorsionados que hablan -con el gesto o la palabra- del amor, la muerte, el miedo o la posesión. Mal Pelo era el núcleo, pero se abrirían a nuevos bailarines, a músicos, fotógrafos, videocreadores... Buscaron un espacio alejado de Barcelona para trabajar y lo encontraron en la ya desaparecida La Nau 18, de Girona. Alquilaron una masía en Celrà y poco después se plantearon aunar residencia y trabajo. Encontraron el espacio en el mismo pueblo, otra masía, ésta vieja y destartalada, del siglo XIV, entre campos de alfalfa y encinas. Allí, poco a poco y paso a paso, se están materializando sus sueños. Que son muchos.

El camino hacia la masía serpentea entre bosques de pinos y encinas. Nada parece indicar que nos acercamos a un centro de danza, y mucho menos al llegar: un conjunto de edificaciones -algunas en ruinas- entre un campo de alfalfa y un viñedo: 19 hectáreas de terreno de bosque y cultivo; dos perros husmean al nuevo visitante mientras unos niños preciosos corretean entre los árboles, todo envuelto en ese olor dulzón que desprende la higuera. Mi primer pensamiento es ponerme bajo el árbol y empezar a comer higos sin disimular mi gula - no hay nada como la fruta que uno mismo puede tomar del árbol-. Pero, en principio, no he venido a Celrà a comer higos y me dirijo, sumisa, a una nave deslumbrante -totalmente restaurada- donde unos 15 alumnos terminan un curso impartido por María. Es un aula llena de luz, con grandes ventanales y mucho espacio -lo que se añora siempre en la ciudad-. Pep está al mando de la música y si se tercia interviene en el proceso creativo de los alumnos. Parece que les cuesta acabar y mucho más despedirse, después de una semana de danza y convivencia. Uno de los proyectos de L'animal a l'esquena es, precisamente, construir una residencia para acoger a artistas y compañías.

Acaba la clase y uno de los pequeños trepa como un gato a la falda de María, su madre. Nos sentamos en el porche de la vieja masía y poco a poco nos quedamos solos. El aire se vuelve dorado; el único ruido es el de las moscas y abejas que zumban bajo la higuera. 'La actividad de la danza está muy ligada a la ciudad, que tiene más estímulos. En el campo te quedas un poco manco y hay que buscar por dónde te sitúas', comenta María. Y sigue Pep: 'El que viene de fuera cree que aquí todo es tranquilo, pero hay días en que la actividad es frenética. Esos dos extremos son excitantes'.

El nombre de L'animal a l'esquena hace alusión a la imagen de un animal cargado sobre la espalda de un hombre, exactamente sobre su columna, eje central del cuerpo y el movimiento. Quiere indicar también una condición de fragilidad, de cuestionarse algo. Con estas premisas, Pep y María elaboraron un bellísimo espectáculo que tuvo un lleno total cada día y que recibió las mejores críticas. Aun así, les sigue siendo difícil encontrar actuaciones. Las tres líneas básicas del Centre de Creació l'Animal a l'Esquena de Celrà son la formación, la creación y un archivo. Sus actividades se centran en la acogida de artistas profesionales de las artes escénicas, seminarios, encuentros... El equipo cuenta con Toni Cots como director artístico, Eduard Teixidor en la gestión y producción, y Adrià Miserachs en la dirección técnica. L'animal a l'esquena fue también una exposición y un libro que publicó Mal Pelo, con textos, apuntes, entrevistas, fotos de Jordi Bover e ilustraciones de Pep Ramis.

Y ya es hora de marchar y el aroma de higos se me ha subido a la cabeza. Pep lo hace por mí: se sube al árbol y me regala sus mejores frutos. El sueño de Mal Pelo seguro que también los tendrá.

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