Woods decepciona y García no culmina
El estadounidense demostró que no le va este torneo y el español perdió su último partido
Al final, el duelo más esperado, el directo, sin compañeros de por medio, entre Sergio García, que tanto lo ansiaba, y Tiger Woods no se produjo. Otra vez será. Una decepción desde el punto de vista del espectáculo que, con todos los matices que se quiera introducir, también ha salpicado a ambos desde el deportivo. Y es que no parece de recibo que Tiger Woods, el número uno mundial, el genio que a sus 26 años ha coleccionado ya ocho títulos del Grand Slam, sólo haya sumado 2,5 de sus cinco puntos posibles, o sea el 50%. A su vez, García ha dejado cierto sabor agridulce porque sus tres victorias iniciales fueron seguidas después de sendas derrotas: 3 de 5, el 60%.
El español puso la miel en los labios a los aficionados europeos y después se la quitó. El reproche más directo puede ser el de haberse descentrado, sobre todo con el putter, en los momentos agónicos, aquéllos en los que uno camina por el filo de la navaja y se puede cortar. En ese sentido, acusó demasiado el putt de menos de un metro que falló el sábado en su fourball con Westwood frente a Woods y Davis Love. Suponía el empate momentáneo cuando el triunfo parecía a la vuelta de la esquina. Pero, en la Copa Ryder, medio punto es medio punto y lo despreció al querer ganar en el 18 y no ir a asegurar las tablas. Inexperiencia, a sus 22 años y pese a todos sus éxitos, se llama la figura.
Pese a ello, Sergio García estaba exultante tras contribuir a la victoria del equipo europeo: 'Debuté en 1999 con el equipo y conocí la otra cara de la Copa Ryder. Estuve aquí sentado, pero como perdedor. Ahora puedo asegurar que ha sido una semana maravillosa y que nunca olvidaré esta victoria', manifestó García en conferencia de prensa.
A Woods, decididamente, no se le da bien este torneo. Entre las dos citas precedentes, las de 1997 y 1999, llevaba tres victorias, un empate y... seis derrotas. La cuenta ahora es de cinco, dos y ocho. Poco, muy poco. Pretendía demostrar que no es el paradigma de la individualidad en un deporte tan individualista, pero no lo ha conseguido.
Quizá porque venían mal dadas, pero muchas veces se le vio a lo suyo, serio, refugiado en sí mismo, sin una comunicación especial con sus compañeros. Curtis Strange, su capitán, sólo atinó cuando le asignó como tal a Love. El Tigre no funcionó ni con Paul Azinger ni con Mark Calcavecchia. En definitiva, pasó por The Belfry como un fantasma.
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