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Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid gana de tacón

El equipo madridista, con Cambiasso de estrella y Helguera de goleador, vapulea a Osasuna

José Sámano

Enganchado a la mayúscula figura de Cambiasso, el Madrid despachó a Osasuna sin apenas despeinarse. Un golazo extraordinario de Helguera a las primeras de cambio le permitió incluso holgazanear más de la cuenta durante muchos minutos. Quizá porque todos se quedaron ensimismados con la maniobra dibujada entre Cambiasso y Helguera, trenzada tras cinco saques de esquina consecutivos lanzados por el Madrid.

REAL MADRID 4| OSASUNA 1

Real Madrid: Casillas; Salgado (Miñambres, m.82), Hierro, Helguera, Roberto Carlos; Figo, Flavio (Celades, m.61), Cambiasso, Solari; Raúl y Guti (Morientes, m.74). Osasuna: Unzue; Mateo, Cruchaga, Vidrio, Paqui; Rivero, Alfredo, Gancedo (Aloisi,m.74), García; López (Moha, m.46) y Rosado. Goles: 1-0, M.10. Pase de 30 metros de Cambiasso para el desmarque de Helguera, que desvía a gol con el tacón. 2-0, M.54, Rechace en el área de Osasuna que remata Guti. 3-0, M.56, Centro medido de Figo desde la derecha que empuja Raúl en el área chica de Unzue. 3-1, M.65, Rivero, de penalti. 4-1, M.79, Helguera de cabeza a la salida de una falta lanzada por Figo. Árbitro: Amonestó a Alfredo, Moha, Cruchaga, Rivero, Paqui, Helguera, Hierro y Roberto Carlos.

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En el quinto, Unzué despejó como pudo la pelota, que llegó sedada al medio centro argentino, que barrió a cinco defensas contrarios con un pase de esos que sólo ven los elegidos que desembocó hacia el punto de penalti. Por allí irrumpió Helguera, enganchado en el área de Unzué tras la concatenación de saques de esquina. El cántabro tomó la decisión más inesperada y con estilista taconazo empinó la jornada para el Madrid.

Pese a la falta de chicha el partido dejó algunas evidencias. La primera, por encima de todas, que Cambiasso es un gran jugador. Un futbolista de doble dirección, tan capaz en su área como en territorio enemigo. Tiene sangre para rebañar en defensa y luces de sobra para tejer el juego, como puso de manifiesto en su soberbio pase a Helguera. Cambiasso no sólo descubrió un hueco imposible por el que enfilar la pelota, sino que le dio la velocidad justa. Un servicio prodigioso del argentino, que tras enfilar el resultado no tuvo inconveniente alguno en remangarse y meterse en faena en el medio campo. Una zona en la que tuvo que multiplicarse por el absentismo de Flavio Conceiçao, la pareja de baile que le asignó Del Bosque por la lesión de Makelele.

Lo de Flavio, otra de las evidencias de la noche, es un caso crónico. Le falta tanta cuerda que sus apariciones son fantasmales. Con su aire ausente y casi siempre mal ubicado, Flavio, un futbolista sobrevalorado en aquellos tiempos no tan lejanos en los que el fútbol pagaba de más, carece de rango alguno. Es un peso ligero, un jugador irrelevante que descuenta más que suma, como adivinó Del Bosque, que le mandó a la ducha sin remedio en cuanto Osasuna marcó de penalti.

Sin quererlo, el perezoso ritmo de Flavio tuvo un efecto contagioso para la mayoría de sus compañeros, que se dieron a la bartola durante un largo tramo del encuentro, sobre todo en la primera mitad, en la que Cambiasso, incapaz de perder la pelota siquiera una vez, fue el único que tocó la corneta. Al fin y al cabo es el más ansioso de los titulares, el más hambriento de todos. Justo lo que le falta a Flavio, al que su condición de exportable hacía suponer que también le encendería por encima del resto. Nada de nada.

El Madrid se sintió tan poco exigido que echó el freno y dio vidilla a Osasuna. Se dio a la contemplación sin rubor, porque el equipo navarro apenas dejó muescas. Con una defensa de cristal, sujetada por el mexicano Vidrio, aún despistado en la exigente Liga española, Osasuna se mostró siempre como un rival de plastilina, capaz de aguantar el tipo lo que tardara el Madrid en atizar el partido. Lo que ocurrió tras la primera aventura navarra, recién iniciado el segundo periodo, cuando Rosado se asustó ante Casillas y el portero le desvió un mano a mano. Pocos minutos después cargó el Madrid, Vidrio pifió él solito un despeje y Guti, encariñado con el gol, puso más distancia en el marcador. Por si fuera poco, Figo, que mejora cada semana, anudó las piernas de Paqui y puso la pelota en el flequillo de Unzue, que dudó ante Raúl, ni más ni menos.

Un simple asalto de dos minutos le sirvió al Madrid para despejar la contienda y darse de nuevo a la buena vida, aunque con mejores intenciones que durante el sesteo del primer tiempo. De nada le sirvió a Osasuna que Rosado confundiera al árbitro en otro duelo directo con Casillas que derivó en un penalti convertido por Rivero. Para nada se inquietó el Madrid, que sin Flavio estaba mejor armado, aunque sólo fuera por el mayor orden de Celades, el relevo del brasileño. Con Cambiasso a lo suyo, que es mucho, y Helguera desbocado en las jugadas a balón parado, la única invitación al gol que este año le concede su técnico, los madridistas sellaron definitivamente la goleada con espléndido cabezazo del cántabro, otro inesperado goleador -ya lleva tres en dos partidos- en el comienzo de temporada. Él abrió la cuenta de tacón y la cerró de cabeza, señal de los muchos recursos que distinguen al Madrid, tan contundente que ni añora a Zidane, Makelele o Ronaldo en noches como la de ayer. Son los tiempos de Guti, Cambiasso y Helguera, distinguidos alumnos entre tanta estrella.

Raúl remata ante la oposición de Paqui.
Raúl remata ante la oposición de Paqui.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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