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Reportaje:Copa del Rey | FÚTBOL

Una destitución cantada

El Villarreal despide a Víctor Muñoz tras la sonrojante eliminación ante el Hércules

El primer damnificado de Primera División en la Copa del Rey, el Villarreal, eliminado el martes por el Hércules (2-1), un segunda B, no se ha andado con chiquitas: ayer destituyó a su entrenador, Víctor Muñoz (Zaragoza, 1957), quien ha pagado con su cargo la penosa actuación de su ya ex equipo en el Rico Pérez.

La destitución de Víctor Muñoz causó poca sorpresa en Vila-real. En los mentideros ya le habían puesto la soga al cuello al entrenador maño, quien cumplía su tercera campaña consecutiva en el equipo castellonense. Víctor había perdido mucho crédito en los últimos meses, incluso también en el vestuario. La apatía mostrada por el Villarreal ante el Hércules fue la puntilla que desembocó en la destitución del entrenador, que desde hace un tiempo había perdido la confianza del presidente, Fernando Roig, dueño del club. Y eso que Roig renovó su confianza en el técnico pese al gris papel del equipo la pasada temporada: se salvó del descenso en la penúltima jornada.

Ya hacía tiempo, sin embargo, que sobre Víctor se agolpaban las dudas. Su capacidad para motivar a la plantilla estaba en entredicho, como también sus planteamientos y sus relaciones con algunos jugadores. Éstas se habían deteriorado a partir de un enfrentamiento el pasado diciembre con el entonces capitán Diego Cagna -ahora en el Atlético Celaya, mexicano, después de que el Villarreal le facilitara la carta de libertad-, quien le discutió al técnico ante el resto de la plantilla sus tácticas, algo que disgusto sobremanera a Víctor, que además de relegar al centrocampista argentino al banquillo le quitó la capitanía.

Víctor impuso entonces a Quique Álvarez como capitán, decisión que provocó el enfado de algunos jugadores, pues el defensa no era uno de los capitanes elegidos por la plantilla.

Otro conato de rebelión lo protagonizó Martín Palermo tras el encuentro de Liga ante el Barça en el Nou Camp, en el que el Villarreal cayó por 4-1. Fue por un motivo similar al anterior: el delantero argentino, fichado por el Villarreal en enero de 2001, le reprochó a Víctor su conservadurismo fuera de casa. En esta ocasión, tanto el futbolista como el técnico quitaron hierro al asunto cuando trascendió el cruce de reproches.

Finalizada la pasada campaña, Víctor Muñoz, con el beneplácito de Roig, hizo limpieza en el vestuario. Los principales afectados fueron Amor, Craioveanu y Cagna. Ninguno de ellos satisfacía al preparador maño, que dio el visto bueno a las nuevas contrataciones: Reina, Josico, Belletti, Senna y Aranda.

Con la plantilla confeccionada a su gusto, Víctor se dispuso a cumplir su tercera temporada consecutiva en el Villarreal. Y lo hizo muy pronto, en la Copa Intertoto, competición que dejó en evidencia al conjunto castellonense. Pese a llegar a la final -perdió ante el Málaga- y rozar su clasificación para la UEFA, el Villarreal dio una pobre impresión, cayendo en los mismos defectos que estuvieron a punto de provocar su descenso a Segunda: indolencia, falta de pegada, errático en defensa e incapaz de remontar resultados adversos. Todo esto minó la confianza en Víctor, que para colmo sufrió un mal comienzo de Liga: el Villarreal empató ante Osasuna en casa tras desaprovechar una ventaja de dos goles. El Madrigal cargó contra el equipo, reforzando a los detractores de Víctor, a quien reprochaban su incapacidad para motivar a los jugadores.

Víctor Muñoz llegó al Villarreal procedente del Lleida, equipo que entrenó dos temporadas en Segunda División. En el conjunto leridano hizo un buen papel: en la campaña 98-99 lo clasificó quinto. Pero también se ganó fama de tipo duro: en una ocasión llegó a las manos con el portero Raúl. En su debú en Primera División, Víctor cumplió las expectativas: clasificó al Villarreal séptimo, quedándose a las puertas de la UEFA. Pero la pasada campaña comenzó a derrumbarse el chiringuito y el crédito del que fuera ex jugador del Zaragoza y el Barcelona, cuya etapa en el Villarreal finalizó ayer con una destitución que para muchos estaba cantada. La Copa del Rey, implacable con quien ose despreciarla, como hizo el equipo castellonense en el Rico Pérez, se cobró el martes sus primeras víctimas: el Villarreal y el técnico Víctor Muñoz.

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