La Vuelta es un campo de minas
Cipollini logra su segunda victoria consecutiva en la peligrosísima llegada de Roquetas
Nada más terminar la etapa, cuando aún siquiera habían llegado a Roquetas de Mar los heridos, un comisario de la UCI se acercó a Víctor Cordero, dirigente de Unipublic, y le felicitó por la organización de la llegada.
Fue el único.
'Si hay rotondas, gana seguro Cipollini', había advertido Óscar Freire. 'El pelotón se enfila y no se le puede superar'. Mario Cipollini, como había prometido, levantó los brazos al ganar su segunda etapa consecutiva. No se sabe si el imbatible italiano, el hombre que aprovecha su enorme masa para acelerar incluso a su pesar, una vez que todo su equipo de devotos vestidos de cebra le dejan lanzado a 70 a 100 metros de la meta, levantó los brazos de júbilo por la victoria o simplemente de alivio por haber llegado vivo y entero hasta el increíble azul del Mediterráneo en Almería a la luz cegadora del sol a las cinco.
Vuelta 2002| 4
Águilas-Roquetas de Mar, 149,5 kms. 1. Mario Cipollini (Acqua & S.) 3h 33m 32s 2. Alessandro Petacchi (Fasso B.) m. t. 3. Gerrit Glomser (Saeco) m. t. 7. Ángel Edo (Milaneza) m. t. GENERAL 1. Joseba Beloki (ONCE) 11h 07m 11s 2. Mikel Zarrabeitia (ONCE) m. t. 3. Igor G. de Galdeano (ONCE) m. t. 4. José Azevedo (ONCE) m. t. ETAPA DE HOY El Ejido-Sierra Nevada, 198 kms. ETAPA DE MAÑANA Granada-Sierra de la Pandera, 153,1 k.
Antes de la llegada, antes de la última recta en la que Freire, Petacchi, Zabel y compañía se desesperaron de impotencia a la sombra del gigante toscano, los últimos 10 kilómetros de la etapa, la Vuelta había sido un campo de minas. Cinco rotondas, firme inclinado, contraperaltado, estrechas, asfalto bacheado, deslizante, cuesta abajo, esperaban, insidiosas a la salida de las rectas por donde el pelotón, 203 ciclistas, frágiles, indefensos, se lanzaba a 60 a la hora. Como sabían que eran peligrosas, los organizadores, y por eso fueron felicitados, y hay que felicitarlos, cubrieron de colchones rojos todas las esquinas, todas las fugas. Lo cual no evitó que en la primera rotonda Benjamín Noval tocara el freno, cayera y se deslizara, destrozando el maillot, hasta chocar con el bordillo (rotura de escafoides), y que a su rueda Ivan Quaranta, despistado, fuera incapaz de reaccionar, y tomara recta la curva: le frenó una farola. 'Si ponen este final en Italia se arma una bronca tremenda', dijo Cipollini. Después se bajó del furgón y encendió su móvil, a ver si Ronaldo, como la víspera, le había enviado un mensaje de felicitación.
Hay una teoría, que circula desde Bélgica impulsada por los viejos nostálgicos, que dice que el problema no son las rotondas, sino los ciclistas, que se empeñan en ir más deprisa de lo que pueden. Les falta escuela y saben ir muy deprisa, pero no saben guiar la bici, dicen los antiguos; así que más les vale levantar el pie. A lo que un moderno, Chechu Rubiera, por ejemplo, les responde. 'Vamos deprisa porque todo el mundo va deprisa y no te puedes quedar cortado', dice el ciclista asturiano, compañero del favorito Roberto Heras. 'Lo que tienen que hacer en vez de decir eso es eliminar las rotondas, así no habría problemas'. 'Las hemos pasado canutas', le hacía coro Txente García Acosta, que tuvo que trabajar protegiendo a su líder, Paco Mancebo. No sólo los sprinters tienen que ir deprisa: los hombres de la general también sufren, se arriesgan, aguantan los latigazos, frenazos y aceleraciones, rozan las caídas, para no quedar cortados, para no perder tiempo. 'Y menos mal que la caída se produjo en la primera rotonda y después parece que se enfiló el pelotón y hubo menos problemas'. 'Y menos mal que no ha llovido', añadía Pedro Horrillo. 'Si llueve no queda nada en pie. Este asfalto es tremendo. Tocas un poco el freno y derrapas sin querer'.
'Entonces', dijo Cordero, 'la única solución que nos queda es hacer las llegadas en los descampados, sin atravesar las ciudades. Porque esto es imparable: desde que vinimos a ver la llegada por primera vez hasta ahora han añadido una rotonda más'. Cuando los de Unipublic fueron a ver la llegada se llevaron las manos a la cabeza, pero el Ayuntamiento de Roquetas les dijo que el lugar de llegada era innegociable, que tenía que acabar allí y que allí acabaría.
'Sin embargo, creo que hay una solución para que el riesgo y el morbo no se conviertan en parte del espectáculo', dice José Miguel Echávarri, máximo responsable del iBanesto.com. 'Se trataría, simplemente, de tomar los tiempos antes de la entrada a las ciudades para que arriesguen sólo los que se juegan la victoria de etapa, y no todo el pelotón', apostilla Echávarri.
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