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Reportaje:

Un salto desde 40.000 metros

Un ex paracaidista francés intenta un nuevo récord mundial de altura

Un militar francés en la reserva, Michel Fournier, intenta batir el récord mundial de caída libre al arrojarse al vacío desde 40.000 metros de altura, en un escalofriante descenso de entre seis y siete minutos sobre la Tierra. Este antiguo paracaidista, que tiene ahora 58 años, ha dedicado a este sueño los tres últimos lustros, durante los cuales ha vendido su casa y el resto de sus bienes en búsqueda de la meta: ser el primer hombre que salta desde tan alto.

Si lo consigue, logrará también romper la barrera del sonido en caída libre. Como un avión supersónico, Fournier alcanzará los 1.062 kilómetros por hora 30 segundos después de lanzarse al vacío. Se estima que el cuerpo caerá libremente durante seis minutos hasta la apertura del paracaídas, que habrá de efectuarse manualmente casi al final del viaje, cuando la densidad de la atmósfera, a unos mil metros sobre el nivel del mar, haya reducido la velocidad del descenso.

A los treinta segundos romperá la barrera del sonido, cuando caiga a 1.062 kilómetros por hora

Los preparativos se efectúan en la base de Saskaton, en una provincia del centro de Canadá, escogida adrede por su escasa población. Desde allí se pretende lanzar al osado paracaidista en una cápsula de tres metros de alto y 1,1 metros de diámetro, transportada por un globo al que se supone capaz de alcanzar los 40.000 metros de altura.

La cuenta atrás comenzará cuatro horas antes del salto. El paracaidista se enfundará un traje concebido para resistir hasta 100 grados bajo cero e inhalará oxígeno puro a fin de reducir el riesgo de embolia. El globo ha de hincharse cada vez más a medida que suba, a causa de la menor presión atmosférica, hasta alcanzar un diámetro de 105 metros a 40 kilómetros de altitud.

Un equipo en tierra seguirá el comportamiento psicológico y aerodinámico del paracaidista, encerrado en la cápsula durante su viaje a la estratosfera.

Los que han preparado esta aventura esperan que el globo se eleve a 40.000 metros en un par de horas. Entonces se producirá la despresurización de la cápsula, antes de la apertura de la puerta, y el paracaidista estará listo para saltar.

Michel Fournier ha explicado al diario Le Monde lo que piensa hacer en ese instante: concederse cinco minutos para observar la redondez de la Tierra, luminosa bajo sus pies. 'Hace mucho tiempo que aguardo este momento. Y no tendré otra ocasión para revivirlo'.

Después, todo irá muy rápido. A los 30 segundos, la ruptura de la barrera del sonido cuando caiga a 1.062 kilómetros por hora, y en la estratosfera el cuerpo puede alcanzar 1.500 kilómetros por hora. La entrada en la atmósfera, más densa, atenuará la velocidad.

El propio Fournier llegó a saltar desde 12.000 metros de altura cuando era militar en activo. Estuvo metido en el proyecto S.38, una operación del Ejército francés que pretendía batir el récord mundial de salto con paracaídas a 38.000 metros de altitud, pero ninguno de los 24 aspirantes, Fournier entre ellos, llegó a saltar; sólo un maniquí lo hizo por ellos, antes de que la Administración francesa renunciara a la experiencia con seres humanos.

Sin embargo, Fournier no se rindió. Pidió el paso a la reserva, buscó otros apoyos, gastó mucho dinero e intentó efectuar el gran intento por su cuenta en Las Landas, una región poco poblada del suroeste de Francia, hace dos años. Pero tampoco consiguió el permiso para realizarlo. Ahora cuenta con el apoyo de la empresa EADS en Canadá y con apoyo logístico del Estado Mayor de ese país, según han informado en Francia fuentes próximas al paracaidista.

El récord de un ruso

Fournier ya intentó lanzarse en mayo, pero la operación fue aplazada a causa de las condiciones meteorológicas. Si finalmente lo consigue, el militar en la reserva habrá batido el récord de altitud de salto con paracaídas, hasta ahora en poder del ruso Eugène Andreev, con 24.483 metros -otro de 31.333 metros, reivindicado por el estadounidense Joseph Kittinger, no fue homologado-. Fournier lo intentó ayer otra vez, pero el lanzamiento ha sido aplazado a la espera de condiciones óptimas.

El riesgo es enorme, pero el ex militar no está dispuesto a renunciar. Quiere vivir lo que ya contó Joseph Kittinger, el norteamericano a quien no se le reconoció el récord mundial tras su salto de más de 31.000 metros: 'Es un silencio terrorífico. La Tierra, el cielo y el globo dan vueltas a mi alrededor, como si yo fuera el centro del universo'.

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