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Columna
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Primer 'grupetto'

Cuando te atreves con dos grandes vueltas en la misma temporada, las comparaciones son inevitables, desde los resultados a las sensaciones. Y cuando en un solo día de una de ellas, crees haber pasado más miseria que en las tres semanas de la otra, la comparación ademas de inevitable es odiosa.

En el Tour tardé como 10 o 12 días en ver un grupetto, un autobús de esos gracias a los que conseguimos llevar la bici a la meta. (Normalmente es la bici la que nos lleva a nosotros, pero en esas circunstancias, cuando vas reventado, lo activo se torna pasivo, desde el músculo o el verbo, y así somos nosotros los que la llevamos a élla a la línea de meta, ánimo que mañana hay carrera). Bueno, pues aquí, hoy ya he visto uno, y no será el último. Allí, formé parte de ellos por conveniencia, aquí por necesidad. Allí la situación estaba controlada, pasaba al relevo para entrenar y relajar las piernas de cara al día siguiente; aquí, bastante tenía con ir a rueda. Pero bueno, no todo va a ser negativo, que el empezar así la Vuelta tiene sus ventajas. En el grupetto se hacen los amigos.

Bueno todo esto entre comillas, porque, como dice un compañero, en el ciclismo conocidos muchos; amigos, espera, que me sobran dedos para contarlos. No se si será porque detrás, por encima de otras cosas, lo que nos une es que todos vamos igual de reventados. Adelante es otro cantar, todos con el cuchillo afilado pensando en la victoria, en fijarse en cómo pedalea éste que va sobrado, joder lo fino que está nose quién o mira que desarrollo mueve ese sin pestañear; en como atacar, o defenderse, o que se yo lo que pretendan hacerse entre ellos, pero el caso es que todos apretando los dientes y cerrando el entrecejo. Y claro, como comprenderéis no es esa la mejor manera de hacer amigos o preguntar por la familia, ¿no?. A domani.

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