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Cada vez es más difícil vender fondos

Agosto se cierra con una caída neta de 331 millones de euros en el patrimonio de estos instrumentos de inversión colectiva

Gato escaldado del agua caliente huye. Algo parecido le pasa al ahorrador con los fondos de inversión tras aguantar muchos meses de pérdidas y ver cómo nunca se cumplen los pronósticos de los expertos de una próxima recuperación. En este escenario, el patrimonio neto de los fondos ha caído en 331 millones en agosto y la captación de partícipes por parte de los gestores es una tarea rayana en lo imposible.

Los índices bursátiles para el inversor nacional (Ibex 35 y Eurostoxx) registran depreciaciones cercanas al 50% en los últimos 32 meses
La fuga de partícipes afecta sobre todo a los fondos garantizados y mixtos. Los fondos de dinero son los únicos que no ofrecen pérdidas

Los inversores particulares huyen, desde hace tiempo, de todo lo que 'huela' a renta variable y, en general, a inversión. Tal y como explica en su último informe Ahorro Corporación, grupo financiero de las cajas de ahorros, 'son muchos meses de pérdidas y de interrogación en los que los analistas y demás expertos de los mercados han estado alentando de manera continuada cercanas recuperaciones, con unas previsiones positivas que -desgraciadamente- se han materializado en porcentajes muy elevados de minusvalías. En este periodo el mundo financiero ha sufrido todo tipo de calamidades, bastantes de ellas impensables: desde atentados en el corazón financiero de Occidente hasta guerras en las que toma parte la primera potencia mundial, pasando por el (super) pinchazo de la nueva economía, crisis continentales de profundo calado y un más que largo etcétera. En resumen, lo peor de lo peor'.

Crisis de confianza

En estas condiciones, 'vender fondos directamente es tarea harto complicada. Se produce una manifiesta crisis de confianza que se inicia en las redes de venta y acaba en los partícipes; tanto unos como otros están profundamente sorprendidos por los pésimos resultados de los fondos, que no son sino consecuencia de la mala marcha de los mercados'. De hecho, las depreciaciones acumuladas desde diciembre de 1999 y hasta el pasado mes de agosto, treinta y dos meses, por los principales indicadores bursátiles para el inversor nacional (Ibex 35 y Euro Stoxx) se acercan al 50%.

La dificultad de convencer a los particulares de la bondad de suscribir fondos viene avalada por datos concretos. En el mes de agosto, y en términos efectivos de valoración (sin tener en cuenta el efecto de las cotizaciones), el patrimonio de los fondos de inversión ha caído en 330,56 millones de euros (unos 55.000 millones de pesetas). De los fondos garantizados -una gran parte de los que han vencido en los últimos tiempos y que fueron lanzados a plazos de tres años no han ofrecido a sus partícipes prácticamente ninguna rentabilidad- han salido más de 950 millones de euros, la mayoría de los cuales se han canalizado hacia fondos de corte conservador. Los FIAMM o fondos de dinero han aumentado, de forma neta, su patrimonio en este mes estival en 541 millones de euros, mientras los fondos de renta fija lo han elevado en 240 millones de euros.

En el conjunto del año 2002, las más importantes caídas patrimoniales se han concentrado en los propios fondos garantizados y en los fondos mixtos, de renta fija o variable. Los FIAMM son los grandes triunfadores de este ejercicio, con un aumento de su cartera gestionada de más de 6.300 millones de euros.

Para Ahorro Corporación, en los últimos meses 'el peor escenario imaginable se ha materializado con drásticas reducciones en la valoración de los mercados de renta variable y una ruptura de las expectativas positivas que existían previamente'. Estos hechos justifican sobradamente que los inversores familiares hayan olvidado las bolsas, pero en este 'olvido' entran otras consideraciones como son la situación coyuntural de las alternativas financieras y el posicionamiento de las políticas comerciales de distribución de instrumentos de ahorro.

La vivienda ha experimentado en los últimos años a niveles localistas un importante resurgir alentada, por un lado, por la transición de la peseta hacia el euro, y por otro, y de mucho mayor calado, por la baratura del crédito, en niveles francamente impensables hace bien pocos años, y que está favoreciendo una elevada propensión al endeudamiento fomentando la ampliación del patrimonio inmobiliario de las familias españolas.

En clara comunicación, las necesidades de liquidez de las instituciones de depósito ante el apetito devorador de esta demanda de crédito han forzado, asimismo, a que la oferta de ahorro pase necesariamente por el crecimiento del balance bancario.Todas estas variables mezcladas adecuadamente conforman el peor escenario para un inversor medio, para el que la desmoralización es hoy día moneda de uso común y el mantenimiento en el soporte de su inversión una necesidad, ya que si reembolsa las participaciones pondrá de manifiesto unas pérdidas que, en caso de no hacerlo, tendrán el calificativo de tácitas con lo que son -esperanzadoramente- recuperables y puntuales.

Pero... esas esperanzas, a juicio de los expertos, son, al menos, a corto plazo limitadas. Las bolsas vuelven a vivir en septiembre una situación de volatilidad extrema, alternando sesiones de subida de índices de más del 3% con otras de bajadas en porcentajes similares. El panorama para los mercados no se presenta nada claro. Para los fondos de inversión se aventura un periodo de apatía que seguirá desembocando en una salida de dinero y partícipes de los fondos garantizados y mixtos y aumento de ambas variables para los fondos de dinero que son realmente los únicos que en esta situación no ofrecen pérdidas.

¿Hacer efectivas las pérdidas?

A partir del 1 de enero de 2003, el nuevo IRPF permitirá que los inversores trasladen su dinero de un fondo de inversión a otro sin por ello tener que pagar impuestos por las ganancias obtenidas. La ventaja es evidente en el caso de que los inversores recojan rendimientos positivos. No lo es tanto, si lo que los particulares están cosechando son pérdidas. Hasta el 31 de diciembre, si un particular deshace sus posiciones en un fondo de inversión en pérdidas con menos de un año de antigüedad, tales minusvalías pueden utilizarse bien para no pagar impuestos por otros incrementos patrimoniales logrados en ese plazo (directamente de las plusvalías se restan las minusvalías y únicamente se tributa por el saldo restante) bien para reducir el importe de los ingresos que los particulares deben incluir en su declaración de renta (base imponible general). De esta forma, Hacienda puede llegar a asumir cerca de la mitad de las pérdidas y, como mínimo, se queda con el 18% de ellas. Si el particular deshace sus posiciones en un fondo en pérdidas en 2003 y reinvierte el dinero obtenido en otro fondo de inversión, las minusvalías obtenidas no serán, desde el punto de vista de Hacienda, efectivas. No servirán, por tanto, ni para compensar (restar de) otras plusvalías hechas efectivas ni tampoco para reducir el importe de los ingresos de los particulares. Si no se reinvierte el dinero obtenido en otro fondo de inversión, las minusvalías obtenidas serán efectivas, pero como el nuevo IRPF contempla una rebaja en los tipos impositivos, la parte que asumirá Hacienda oscilará entre un máximo del 45% y un mínimo del 15%.

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