Las piedras de Roma, al habla
Una exposición en el Museo de Arqueología de Cataluña ilustra las formas de vida de la época romana
El antropólogo Manuel Delgado, secretario del Congreso de Antropología que reúne a partir de hoy en Barcelona a más de 500 especialistas de esta disciplina de más de 20 países, se despachó ayer, en la presentación del encuentro, contra el Fòrum 2004. Delgado, que subrayó que hablaba como representante de la organización del congreso, dedicado precisamente al tema de Cultura y política, denunció que los antropólogos 'no han sido requeridos' para colaborar en el Fòrum y dijo tener razones para dudar de la 'solvencia intelectual y científica' de la convocatoria.
Delgado, que señaló que la no consulta a los antropólogos 'implica una cierta usurpación', anunció que se ha preparado un documento muy crítico con el Fòrum que se presentará a los congresistas y que, de ser consensuado, se dará a conocer como declaración del congreso al finalizar el mismo. 'Hacer el Fòrum sin contar con los antropólogos es como organizar un encuentro sobre puentes sin ingenieros, o de de medicina sin médicos', consideró. En todo caso, la crítica al Fòrum no es unánime entre los antropólogos catalanes y algunos profesionales la circunscriben a los círculos más académicos, que se han sentido excluidos.
Para el secretario del congreso, el Fòrum 'corre el riesgo de acabar convirtiéndose sólo en una puesta en escena, puro espectáculo de multiculturalismo entendido de la manera más trivial y banal, grandilocuente y al servicio de los intereses económicos'. Delgado recalcó la contradicción de que organicen una cita como el Fòrum 'las mismas instancias que desalojan y expulsan a los emigrantes'.
El Congreso de Antropología de la Federación Española de Asociaciones de Antropología del Estado Español (FAAEE) es un gran foro de la disciplina española y el lugar en el que los profesionales de la misma presentan y discuten sus trabajos. Barcelona acoge la novena edición de este encuentro, que se celebra cada tres años, y la organización corre a cargo del Institut Català d'Antropologia (ICA), que cuenta con 400 socios. Las FAAEE reúnen a más de mil asociados de ocho asociaciones (Andalucía, Aragón, Canarias, Castilla y León, Cataluña, Galicia, Murcia y País Vasco). El congreso barcelonés, que tiene como presidente de honor a Claudi Esteva Fabregat y contará con una conferencia de Roger Bartra en la sesión inaugural de hoy, se centra especialmente en las investigaciones y debates sobre los usos políticos de la diversidad cultural. Se presentarán medio centenar de comunicaciones.
Delgado señaló ayer que el hecho de que el encuentro se desarrolle en Barcelona, donde debe celebrarse el Fòrum, ha sido determinante a la hora de elegir el tema. Delgado recalcó que la cita de 2004 estará presente en toda la reflexión.
El antropólogo apuntó la preocupación de los profesionales de la disciplina ante la apropiación, trivialización y distorsión desde el ámbito político de conceptos como el de cultura, que forman parte de la teoría antropológica.
Cultura y raza
Denunció que palabras como multiculturalidad o mestizaje cultural se emplean de manera impropia o manipuladora y que la idea de cultura se usa a menudo en la actualidad, desde la ultraderecha, como sustituto sutil del antiguo concepto de raza, para justificar políticas abiertamente racistas. 'Hoy', ejemplificó, 'donde antes se hablaba de razas inferiores, se habla de culturas incompatibles con nuestros valores, se usa la noción de cultura para mostrar las diferencias humanas como irrevocables'. Delgado recalcó que los antropólogos nunca han pensado que las culturas formaran compartimentos estancos y criticó la idea determinista de cultura como 'maldición o condena'. La crítica se dirige también hacia discursos bienpensantes: 'Las culturas son realidades dinámicas, no contactan sino que son contacto e interrelación; por ello, hablar de contacto de culturas no tiene sentido. En cuanto a lo de mestizaje cultural, es un pleonasmo, porque no existen culturas puras'.
Los organizadores del congreso pretenden que los participantes foráneos tengan 'una visión de la ciudad real', una Barcelona 'felizmente conflictiva' y no la urbe 'amable, turística, aparador de iniciativas inmobiliarias'. A tal fin organizarán visitas al Forat de la Vergonya, a la plaza de André Malraux, a la Rambla del Raval o a otros lugares escenarios de tensiones sociales.
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