'Si Aznar me dice ven, lo dejo todo'

Pregunta. 'No me da ningún vértigo el cargo'. ¿Es más chula que un ocho?

Respuesta. No es cuestión de chulería. Es verdad.

P. ¿En el ministerio también hace gimnasia en chándal por las mañanas?

R. No. Tengo un gimnasio enfrente. Aunque aquí hay unos salones espléndidos. Es una idea.

P. ¿Su entrenador personal le está haciendo un curso específico para tratar con Benaissa?

R. No creo que lo precise. El ministro Benaissa es muy cosmopolita, y una persona de trato agradable. Otra cosa son los asuntos a debatir con Marruecos.

P. ¿Estrenarse con Perejil ha dado un gusto especial a su salsa?

R. Lo que me ha supuesto es un cursillo acelerado.

P. De sus primeras comparecencias se deduce que, como oradora, no es precisamente Cicerón.

R. Hombre, que no soy Cicerón es evidente, soy Ana Palacio. Pero creo que hemos pasado la época de la oratoria. Hay que hablar buscando menos el efecto y más la sustancia.

P. ¿Qué es capaz de hacer por fidelidad a Aznar?

R. Desde luego, seguirle a donde él me pida que vaya.

P. Modelo si tú me dices ven, lo dejo todo.

R. Si él me dice ven, lo dejo todo. Efectivamente.

P. ¿Ha soltado, por ejemplo, las 60.000 para el regalo de boda, como cada ministro?

R. No, porque yo llegué después. No me las han pedido.

P. Igual se las descuentan de la nómina.

R. No creo.

P. ¿Intentará ponerse ese día al lado de Berlusconi o no le interesa aprender a maquillarse?

R. Pues yo creo que a las bodas no va uno a aprender a maquillarse [ríe]. Pero Berlusconi es una persona de trato encantador.

P. Piense en una noche de pasión. ¿Con Colin Powell, que tanto la impresionó, con Prodi, con Aznar, con Solana, con Benaissa?

R. Francamente, una noche de pasión... De flechazo no es ninguno. Varios de los citados son grandes conversadores -Prodi, Solana, seguro que lo es Powell-, y a mí la conversación me interesa cada vez más.

P. ¿Ama algo o a alguien más que al Derecho?

R. Sí. A mi hermana Urquiola, por encima de todo. Y a la vida.

P. ¿No hubiera preferido la cartera de Justicia?

R. Es que yo no prefería nada. Para mí ha sido una sorpresa. Como filosofía de vida, jamás me paro a pensar lo que hubiera pasado si...

P. ¿Cómo encuentra a los hombres: despistados, encogidos, crecidos?

R. Un poco encogidos. Y además tienen razones, porque para ellos el futuro ya no es lo que era. El futuro es de las mujeres.

P. ¿A qué compañero de Gabinete se lo nota más?

R. [Ríe] Mis compañeros de Gabinete rompen todos la estadística del encogimiento masculino general.

P. ¿Tienen razón quienes dicen que es usted algo trepa?

R. Yo en la vida las cosas me las he encontrado, más que buscarlas. Pero cualquier persona que quiera tener una vida razonablemente armónica tiene que conjugar generosidad e interés.

P. A Piqué me lo encontraba en la peluquería. ¿Hay posibilidades de que me tope con usted?

R. [Ríe] Pocas.

P. Cuando conoció su cáncer dijo que lo importante era no dimitir de la vida. ¿Lo ha convertido en su lema?

R. Es una filosofía que he practicado desde siempre.

P. ¿Cómo es eso de que para pensar tiene que estar andando o cocinando?

R. Yo soy muy andarina. Caminar recarga las pilas, y se piensa muy bien. Y cocinar me ordena las ideas. Mi hermana decía que para saber los problemas que yo tenía en el despacho no había más que ir a mi congelador. Ha habido veces de hacer un plato a las ocho, congelarlo, ponerme con otro... y así hasta ver el enfoque a un caso. Luego mando cazuelitas a mis amigos.

P. ¿Fue siempre una empollona?

R. No. Se me dio bien estudiar, que es distinto. Pero me suspendieron, por ejemplo, el ingreso en la Escuela de Periodismo.

P. ¿Y habiendo podido ser periodista no es frustrante quedarse en ministra de Exteriores?

R. No, porque el 'hubiera podido ser' no me interesa nada.