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Entrevista:LLORENS GIMÉNEZ | Cuentacuentos

'Los cuentos desconectan a la gente de sus problemas; es como reírse'

Llorenç Giménez (Alfafar, Valencia, 1954), rondallaire o cuentacuentos, es un remanso de paz, una rara avis que se dedica a lo que le gusta: contar cuentos a críos y adultos, siempre en valenciano. Llorens es un hombre tranquilo y apacible, un profesor de instituto que hace seis años pidió una excedencia para dedicarse a una profesión de la que apenas viven cuatro o cinco personas en la Comunidad.

Pregunta. ¿Desde cuándo se dedica profesionalmente a contar cuentos?

Respuesta. Desde hace seis años. Pedí una excedencia en el colegio para dedicarme por entero a esto. Nunca imaginé que un día pudiera vivir de contar cuentos. Fui diez años profesor en La Gavina y otros diez en la escuela pública.

P. ¿Cómo se hace uno cuentacuentos?

R. Siempre he contado cuentos populares, he impartido talleres para profesores... Cuando entré en La Gavina en 1976 la línea pedagógica que imperaba entonces no utilizaba apenas los libros. Allí empecé a contar cuentos en el patio. Ya entonces, los amigos, cuando había que contar un chiste, decían: 'que lo cuente Llorens'. No sé, quizá le daba mi toque, y a la gente le gustaba. Nunca he tenido problemas en decir paridas y cosas, siempre respetando. De todas formas, todos estamos capacitados para contar cuentos. Y de hecho lo hacemos. Cualquier persona, cuando ve una película, luego la cuenta. Pero claro, las cosas se pueden contar de una forma o de otra.

P. Su agenda está llena de compromisos...

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R. De septiembre a junio tengo la agenda llena, hay bastante trabajo. En escuelas, en bibliotecas, pubs. No tengo manager, entonces funcionas por referencias, el boca a boca. Yo tengo una regla, que es no hacer mañana y tarde el mismo día. Entre otras cosas porque es un trabajo que tienes que cargarte de energía, bastante agotador e intenso.

P. ¿Cuántos cuentacuentos profesionales hay?

R. Sólo hay cuatro o cinco en la Comunidad. Nos conocemos y nos llevamos bien. De hecho, cuando uno no puede ir a algún sitio siempre recurre a algún compañero. No hay problemas entre nosotros. Eso sí, cada cuentero, como cada persona, es un mundo, y tiene una forma diferente de narrar una historia.

P. ¿Cuál es su público?

R. El público va desde los dos hasta los 12 años. Desde hace cuatro años también voy a institutos, con alumnos de ESO. Siempre en valenciano. Cuando vas a un instituto, los alumnos tienen que estar preparados por los profesores, saber antes de tiempo de qué va esto.

P. Pero también tiene público entrado en años.

R. Con los adultos siempre empiezo con un cuento popular y acabo hablando de algún acontecimiento que se haya producido recientemente, siempre con un toque desenfadado.

P. ¿Cuál ha sido su público más duro?

R. Hay de todo. Uno duro fue, por ejemplo, un grupo de mujeres pertenecientes a la Asociación de Mujeres Tyrius. Aun así, siempre hay formas de romper el hielo.

P. ¿Los cuentos son participativos?

R. A mí no me distorsionan las cosas, los ruidos... Al no venir del mundo del teatro aprovecho cualquier reacción espontánea que se produzca. Es evidente que a todo no le puedes prestar atención. Pero si un nano dice algo con chispa lo aprovechas. Los cuentos son casi siempre participativos. La primera media hora no, pero luego sí. Se puede acabar con alguna adivinanza, un refrán o una canción.

P. Cuanto menos público mejor...

R. Los grupos de 50 están bien. Si hay más gente se convierte en un show. Yo nunca trabajo con micrófono, además siempre pido luz de sala para ver las caras de la gente. De esta forma el ambiente es más acogedor e íntimo.

P. ¿Qué papel juega la improvisación?

R. La narración siempre tiene un punto de improvisación. A mí el guión me mata.

P. Además de contar cuentos los escribe. ¿Con qué está ahora?

R. Ahora estoy con una recopilación de cuentos de diferentes países que me han encargado con motivo del 200 aniversario del Jardín Botánico.

P. ¿En qué consiste un taller?

R. En explicar las técnicas de narración, la técnica de contar cuentos al momento.

P. ¿Tiene algo de terapéutica su profesión?

R. Los cuentos desconectan a la gente de sus problemas. Es como reírse. He estado en prisiones, con discapacitados, con enfermos de cáncer... Se crea una efectividad enseguida.

P. También estuvo en un congreso de cuenteros en Colombia.

R. Fue un encuentro internacinal que se celebra desde hace 12 años en una ciudad que se llama Bugú. Todos éramos de habla hispana. En Suramérica hay muchos cuenteros, quizá por el clima, porque les gusta recrearse en la palabra. Había argentinos, bolivianos, colombianos, españoles. Unos escenifican más que otros. En cualquier cultura indígena hay grandes narradores u oradores.

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