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FÚTBOL | Fase previa de la Liga de Campeones

Víctor Valdés, el portero moderno

Una vez hubo escrutado a Van Gaal, la mirada del Camp Nou se posó anoche sobre la portería, donde por vez primera jugaba en un partido oficial un joven de 20 años nacido en L'Hospitalet y de nombre Víctor Valdés.

Van Gaal ya advirtió en su regreso que necesitaba un portero porque Bonano no debía de convencerle. Al ver que a Enke le faltan tantos entrenamientos como a Riquelme para ser titular, mantuvo en la meta a Valdés, que estuvo espléndido en el último partido de la pretemporada, disputado en el Saint-James Park, el campo de las urracas del Newcastle. Su actuación nada tuvo que ver con su pifia el día de su debú, en el stage de Nyón, que costó la derrota a su equipo.

Con una marcada personalidad, exponente del portero moderno, como diría su entrenador, Frans Hoek, Valdés es el último candidato a ocupar un puesto que desde la salida de Zubizarreta, tras el fiasco en la final de Atenas de 1994 (0-4 ante el Milan), es de los menos fiables del equipo.

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Guardametas de todos los pelajes han desfilado por el portal sin demasiado éxito: Angoy, Unzue, Lopetegi, Busquets, Baía, Hesp, Arnau, Dutruel, Reina y Bonano. Ahora le toca a Valdés, aunque Van Gaal ya ha advertido de que nadie, ni un jugador tan específico como el portero, tiene garantizado el puesto.

A Valdés, en cualquier caso, le avalan varias cosas: el físico (1,83 metros y 78 kilos); un punto de felinidad (tiene grandes reflejos) y otro de extravagancia (su pinta es la de un niño un poco engreído); algunas manías, como todos los buenos porteros (nunca pisa las líneas del campo); el mando sobre el equipo; el dominio de la presión después de permanecer en el Barça desde los 10 años, y su mentalidad ofensiva (utiliza con igual calidad las manos que los pies).

Decidido y amante del negro, el mismo color que inmortalizó en los años 60 el ruso Lev Yashin, La Araña Negra, Valdés es espectacular en lo bueno y en lo malo. Después de completar una buena temporada en el filial, en la Segunda B, afronta ahora un curso con grandes aspiraciones, al igual que varios canteranos. Van Gaal alineó ayer hasta cinco jugadores procedentes de los equipos inferiores: Valdés, Puyol, Fernando Navarro, Xavi y Motta.

Valdés ingresó en La Masia a los 10 años y, aunque fue cedido a un equipo tinerfeño porque añoraba a sus padres, que tuvieron que desplazarse a la isla por motivos laborales, siempre soñó con Platko, Ramallets, Sadurní, Reina, Artola o Urruti, aunque nunca ha dicho que tuviera ídolos. Para unas cosas, le gusta Van der Saar; para otras, Cañizares; también le agradan Zubizarreta y hasta Kahn, elegido el mejor jugador del pasado Mundial y que, al decir de los técnicos azulgrana, tendría serias dificultades para adaptarse al sistema de juego de Van Gaal.

Ya superada desde hace un tiempo la selectividad, Valdés está a la espera de reemprender los estudios en cuanto se asiente en el marco del Camp Nou como portero moderno que gusta vestir con ciertos toques a la antigua.

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