Primer disgusto en Chamartín
El Bayern Múnich se mostró superior al Madrid, que sólo le amagó al final, en todo momento
El añao del centenario le supone al Mdrid noches como la de ayer. Cualquier contratiempo se convierte en un disgusto multitudinario. La final del Trofeo Centenario se le adelantó al Madrid de mala manera en el calendario, a juzgar por el desequilibrio exhibido ayer. Con varios jugadores sin suficientes condiciones físicas para jugar 90 minutos mediocres, recién llegados del mes de descanso veraniego y metidos de sopetón en el deber institucional de resolver con victoria un duelo con el Bayern Múnich, hoy por hoy el rival más tremendo del Madrid en Europa. El amistoso, envuelto en papel de fiesta, escondía un sapo. A los 65 minutos, el Bayern llevaba dos goles de ventaja y parecía una aplanadora. La salida apresurada de Raúl, en su debú esta pretemporada, sólo valió para verlo echando carreras poco recomendables después de unas vacaciones demasiado recientes.
REAL MADRID 1| BAYERN MÚNICH 2
Real Madrid: César; Salgado (Miñambres, m.46), Helguera, Pavón, Roberto Carlos; Figo, Flavio (Celades, m.74), Cambiasso (Solari, m.46), Zidane; Guti (Raúl, m. 46) y Portillo (Morientes, m.75) Bayern Múnich: Kahn; Sagnol, R.Kovac, Linke, Tarnat (Zickler, m.74); Salihamidzic, Heargraves (Fink, m.46), Ballack, Sholl, Zé Roberto; y Pizarro. Goles: 0-1, M.25. Ballack, de penalti. 0-2, M.63, Salihamidzic define desde el punto de penalti tras una pared con Pizarro. 1-2, M.82. Penalti sobre Morientes que ejecuta Figo. Árbitro: Fernández Marín. Amonestó a Tarnat y Helguera. 50.000 expectadores en el estadio Bernabéu en la final del Trofeo Centenario.
Entusiasmados ante su ventaja física, los jugadores del equipo bávaro no se anduvieron con remilgos. Ni siquiera se tomaron la molestia de medir al Madrid antes de pasar a la acción. No hubo consideraciones especiales, teniendo en cuenta que el de ayer era un regalo para la afición madridista. El Bayern ocupó el medio campo sin gestos de gentileza ni complejos ante la actitud abrumada de los volantes locales. No dejó los espacios que solía cuando jugaba Effenberg. Sin el lento Effe, ya traspasado, apretó arriba y movió el balón rápido, al ras del suelo.
Cada vez que avanzaron, los alemanes llegaron a las puertas del área de César. Linke, el central libre, adelantó las líneas unos 20 metros y de la distribución se ocupó Heargraves. Ex escudero de Effenberg trocado ayer a comandante, Heargraves no tuvo problemas para jugar rápido y sin ahogos ante los continuos desmarques de Salihamidzic, Scholl, Ballack y Zé Roberto. El Madrid se limitó a retroceder. Perdió la estructura y no consiguió presionar en el medio campo. Solo, Cambiasso, no se bastó para robar balones.
Figo actuó como si el Mundial de Corea y Japón hubiera sido virtual. El portugués no dio señales de fatiga. Desequilibró, encaró y generó situaciones de gol durante toda la primera parte, confirmando su recuperación definitiva. Si la pretemporada se había convertido para Figo en un compromiso escabroso -necesitaba el apoyo moral del Bernabéu, tras la pésima temporada pasada-, lo superó con holgura. El penalti que le convirtió a Oliver Kahn, con una paradinha perfecta, puso el broche a su redención.Los alemanes fueron mayoría por número y por movilidad. Jugaron a otra velocidad y en eso se notaron las tres semanas de pretemporada que cuentan a favor. Dio la impresión de que el gol de Ballack, percibido como una injusticia por el público -el árbitro no pitó un posible penalti de Tarnat sobre Zidane- desmoralizó al Madrid. El gol adelantó al Bayern y acentuó su dominio ante un Real Madrid que claudicó.La salida de Raúl y Solari en el segundo tiempo sólo tuvo consecuencias protocolarias. Sirvió para que Raúl debutara y lanzara miradas desafiantes a Kahn, viejo adversario.
Pizarro y Salihamidzic remataron al Madrid en una pared que rompió a la pareja de centrales. Más allá del gol, Helguera y Pavón hicieron un partido de los que hacen pensar que, después de todo, en Chamartín los centrales no faltan. Del Bosque tiene opciones. Pavón encimó muy bien a Scholl, cerró a Salihamidzic y le hizo las coberturas a Roberto Carlos sin cometer un solo error. Tras un par de fallos durante la pretemporada, resurgió su carácter tranquilo y sosegado. Hierro, como Casillas, no se vistió de corto. Ambos se quedaron en la grada. Junto con el público madridistra, que ayer vivió su primer disgusto de la temporada.
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