El Juli vuelve a salir a hombros
Una de las cosas más interesantes de la corrida de ayer fue la buena disposición con la que comenzó el Zotoluco en su primer toro. Empezó con una larga cambiada, que le desarmó. Sin arredrarse lanceó con los pies juntos y remató con dos chicuelinas. Se iniciaba bien la tarde y para que esa tarde tuviera son citó al toro de rodillas en el centro del anillo y le pasó por alto en tres ocasiones. Tomó la muleta en la mano derecha y vio que el toro por allí no se acoplaba. Con la mano izquierda, ahí empezó su recital de toreo e instrumentó pases largos y templados abrochados por pases por alto. La faena salió limpia, como una camisa de domingo.
En su segundo, tejió en el albero pamplonés un quite por chicuelinas muy pero que muy ceñido. La faena la arrancó con las dos rodillas en tierra, en tablas. Y su faena consistió en cuatro tandas de derechazos largos y lentos y dos por naturales también fabricados con largura y templanza. Después de un molinete de rodillas muy espectacular, el mexicano echó por tierra su labor tras pinchar una vez y soltar un sablazo fraudulento. Una pena porque su quehacer tanto con el percal como con la franela dejó un sabor muy serio y profundo. Necesitamos que vengan toreros de ultramar que tengan esa buena disposición para triunfar en plazas españolas.
Jandilla / Zotoluco, Mora, Juli
Toros de Jandilla: blandos, nobles y manejables en general. Algunos de ellos tenían las patas de plastilina. El primero ofreció dificultades por el pitón derecho. Eulalio López Zotoluco: estocada (oreja); pinchazo, estocada baja y descabello (aplausos). Eugenio de Mora: pinchazo y estocada (silencio); pinchazo hondo y descabello (silencio). El Juli: estocada (oreja); estocada y descabello (oreja). Salió a hombros. Plaza de Pamplona, 11 de julio, sexta de feria, lleno.
Todo lo contrario pasó con Eugenio de Mora. Este torero toledano estuvo toda la tarde como si le hubiera picado la tsé-tsé. Además de andar tanteando en sus dos toros, concretamente en sus dos faenas, como el bastón de un ciego rubio.
Es inconcebible que este joven torero, que prometió mucho en su momento, se haya dejado pasar sin pena ni gloria dos toros que eran manejables y que le hubieran conferido un triunfo sonado, a nada que él hubiera puesto lo que tiene que poner de su parte. Tan es así que en su segundo toro, que fue al caballo como una luz y prometía que al salir del caballo se dejara hacer un quite bueno, Eugenio de Mora ni se enteró o no quiso enterarse y dejó que volviera el toro al caballo. A continuación, después del segundo puyazo, fue El Juli quien le hizo un quite a ese toro y le demostró a Eugenio que el animal servía. O sea, entre tanteos y torear a velocidad de bólido con mucha prisa, y por consiguiente atrayendo hacia sí todos los enganchones imaginables. Muy mal, muy mal, y lo que es peor, peor todavía, su falta de disposición, su carencia de ambición y sin ir a buscar en su interior las ganas de ser figura del toreo.El Juli volvió a salir a hombros. Ayer con más justificación que el día anterior. Vamos a juzgar a El Juli en tres facetas. Una: como capotero ha perdido mucho interés a la hora de manejar el percal. Es como si le hubieran entrado ganas de llegar pronto al segundo tercio, el de las banderillas, y un momento después a la tercera suerte. Dos: en banderillas resulta muy vulgar lo que concierne a la colocación de los palos. Ayer mismo mejor que él, insistimos en cuanto a la colocación, cuatro banderilleros de las otras dos cuadrillas Puchi, Boni, Yesteras y Pedro José Calvo estuvieron a mayor altura que él. Lo que ocurre es que como el torero de Madrid es muy listo, uno de los pares, a su segundo toro, buscó la ejecución que tuviera mucho riesgo. A continuación dejó un cuarto par, puesto que uno de los pares lo ejecutó rematadamente mal, y jugó a cuerpo limpio con el toro al modo de los buenos recortadores que da la tierra navarra. Era una manera de atesorar la gran ovación de la tarde. Cuestión de listeza, claro.Tres: su labor como muletero en su primer toro quiso suplir la falta de mando que se experimentó en la faena de sus muletazos por bajo a base de trincherazos. Es cierto que había gracia en esos trincherazos, mas a esa faena le faltó sentimiento. En la labor de su último toro la inició con buenos estatuarios y dos trincherazos soberanos. Después repartió el tiempo muletero en tandas con las dos manos. Se volcó la estocada. Acabó como el día anterior: tal un encantador de verano.
Babelia
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