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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Que disfrute quien pueda

Si vamos a analizar la oferta de cursos de verano, deberíamos empezar por un análisis general, diciendo claramente que, todo aquello que aumente la oferta y las posibilidades formativas, de debate y reflexión, es bueno y positivo, tanto para los estudiantes y ciudadanos en general, como para las universidades.

Si vamos a analizar la oferta de cursos de verano, deberíamos empezar por un análisis general, diciendo claramente que, todo aquello que aumente la oferta y las posibilidades formativas, de debate y reflexión, es bueno y positivo, tanto para los estudiantes y ciudadanos en general, como para las universidades.

Cuando vamos a lo concreto, podemos encontrar algunos "peros", que no anulan lo positivo de la existencia de los cursos, pero sí lo oscurece.

¿Puede asistir todo aquel que lo desee a estos cursos? Evidentemente, no. Esta imposibilidad no es tanto por los precios de los cursos, la matrícula, que algo influye como explicaré después, sino por los gastos que se devengan de la participación en los mismos, es decir, gastos de desplazamiento, alojamiento o manutención. Incluso, si tuviéramos en cuenta el coste de oportunidad, o sea, no sólo esos costes adicionales, sino también que aquel que participa en un curso no puede realizar una actividad laboral, llegamos a la conclusión de que a la gran mayoría de los jóvenes les resulta imposible acceder a estos cursos.

La conclusión de esta crítica no es quitar los cursos, sino garantizar la igualdad de oportunidades. Esa responsabilidad no recae en las empresas privadas llamadas "universidades", sino sobre las Universidades Públicas y las Administraciones competentes, es decir, las Comunidades Autónomas, como responsables de la política educativa, y el Estado, como garante de la igualdad en un distrito único universitario que no puede quedar al margen de los cursos de verano.

Hacen falta becas, no sólo para la matrícula, sino también para los gastos indirectos.

Si hubiera que añadir un defecto más a la Ley Orgánica de Universidades, además de los cientos ya señalados, podríamos decir que en este caso, como en el de los Másters y Títulos Propios, lo grave es la omisión en la Ley de medidas que garanticen la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos a estos cursos o títulos. La gravedad o daño social es mayor si tenemos en cuenta que, hoy en día, estos cursos o títulos no son un capricho intelectual, sino un necesario trámite para alcanzar mayor especialización, competitividad personal y, en definitiva, igualdad.

Sobre los contenidos tengo que poner dos "pegas". Por un lado, la falta de coordinación interuniversitaria y, por el otro, la utilización personal o política de algún curso concreto que, en ningún caso, es generalizado.

La falta de coordinación interuniversitaria provoca que haya duplicidad o una oferta descoordinada, e incluso duplicidad de esfuerzos y recursos. Esto no es que sea malo, sino que sería deseable que la CRUE, o un organismo dependiente de ésta que conjuntara una oferta que permitiera canalizar la participación y las ayudas de patrocinadores; una homologación de criterios de matrícula, evaluación y valoración académica; y una bolsa de becas general con aportaciones de los organizadores, los patrocinadores, Comunidades Autónomas y Gobierno Central.

Sobre la utilización política, quiero decir que es bueno que las organizaciones juveniles políticas organicen algún curso. Lo que encuentro negativo es que, si no se explica bien, cuando aparecen públicamente no lo hacen como actos políticos, sino como académicos, dando crédito a declaraciones subjetivas. Simplemente, en estos casos, debería quedar claro que el organizador no es un departamento, profesor o institución universitaria, sino una organización juvenil política.

En cualquier caso, debe quedar claro que me parece positivo la realización de cursos de verano y quiero recalcar que, precisamente porque son buenos, útiles y, por lo general de calidad, debe garantizarse la igualdad de oportunidades, tanto en lo geográfico como en lo económico e incluso, en lo temporal, dando cabida a aquellos que deben trabajar en la época estival.

Si algo se puede mejorar, hagámoslo. Como sugerencia quiero decir que se podría hacer un curso de verano sobre cómo organizarlos mejor y sobre cómo abrir la participación en su organización y en la sociedad, en general, para llevar adelante otros eventos.

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