Un verano de mosquitos

Fresh Games propone al jugador que se convierta en un mosquito que chupa la sangre de los humanos para poder vivir. La vida de un mosquito es corta, apenas unos días de verano, pero en el juego, si el usuario consigue una gran reserva de sangre, el mosquito superará el invierno y vivirá una nueva primavera.

La empresa Fresh Games se caracteriza por publicar juegos que renuevan los cimientos de la industria del entretenimiento electrónico; este hecho es palpable en Mr. Moskeeto, donde la novedad es convertirse en mosquito.

Esta idea ya fue puesta en práctica por la gente de Grolier Interactive hace un lustro. Su producto se llamó Banzai Bug y buscaba el mismo objetivo que Fresh Games. El acabado del juego, aunque en tres dimensiones, era muy rudimentario, pues el mundo tridimensional acababa de nacer en los videojuegos. Pese a todo, el jugador podía moverse por diferentes escenarios en busca de sus víctimas. En Mr. Moskeeto, el entorno tridimensional está mejor trabajado y el jugador podrá visitar todo tipo de estancias de la casa atacada.

El jugador, un irritable mosquito, visita a la familia Yamada, compuesta por un matrimonio y su hija Rena, quienes, hartos de picaduras, usarán toda la artillería a su disposición para acabar con el insecto, aunque de vez en cuando el amor florecerá entre humanos e insectos.

En el manual se presentan características de la familia Yamada: Kenichi, el padre, tiene 46 años y su grupo sanguíneo es el A; la madre es aficionada a la fotografía, y a Rena, la hija de 17 años, le gusta escuchar jazz progresivo. También explica que para un buen uso de los insecticidas deben consultar las instrucciones del fabricante.

El jugador tiene que acercarse a la víctima y succionar sangre sin ser descubierto. Para ello, el programa ofrece medidores de estrés para saber si el humano es capaz de detectar la presencia del mosquito. Si es descubierto, el humano emprenderá el ataque para hacerlo desaparecer. En ese momento, el juego pasa a modo de batalla y el mosquito debe esquivar las palmadas del personaje y los disparos de insecticida con la táctica de la relajación, que hace que la víctima se desmaye temporalmente y deje de atacar.