El aumento del 25% de los vehículos de reparto atasca Barcelona
Uno de cada cinco automóviles que utilizan los accesos de la ciudad transporta mercancías
Barcelona ha conseguido frenar el crecimiento del coche privado como método de transporte. En los últimos cinco años apenas ha crecido el 0,6%. Pero una nueva amenaza se cierne sobre la ciudad: los vehículos de reparto. En el mismo periodo, su número ha aumentado el 25%. Uno de cada 10 vehículos que circulan se dedica al reparto, y la proporción se convierte en uno de cada cinco si se observan exclusivamente los movimientos en los accesos a la ciudad.
Los responsables del tráfico en Barcelona empiezan a estar muy preocupados por el aumento constante de los movimientos relacionados con la actividad comercial y la carga y descarga en general. En los últimos meses se ha trabajado con dureza en liberar las esquinas reservadas para esta actividad y, también, las zonas previstas en las calles de alta intensidad comercial. Los agentes persiguen a los desaprensivos que aparcan en las zonas de carga y descarga y también al comerciante que dejaba todo el día su furgoneta. Para esto ha sido de gran ayuda el cartoncillo horario que señala la hora de llegada y la de partida. Pero los problemas no acaban ahí.
La actividad comercial de la ciudad ha crecido espectacularmente en los últimos años y, además, se ha modificado. Hay tiendas en cada esquina, y la mayoría no tienen almacén. Esto multiplica la necesidad del transporte. Muchos supermercados carecen de muelles de carga y descarga o, cuando los tienen, no los utilizan porque es más rápido parar en la misma puerta, entregar el paquete y salir pitando.
Al terminar el año 2000, la ciudad había alcanzado 76.800 vehículos comerciales matriculados. De ellos, 42.500 eran furgonetas y 34.300 camiones. Las primeras suponían el 5% del total de los vehículos de Barcelona; los segundos, el 4%. Es decir, juntos sumaban el 9% de los automóviles matriculados en Barcelona.
El crecimiento de estos vehículos ha sido constante en el último lustro: casi el 5% anual, lo que equivale a un aumento superior al 25% en los últimos cinco años, aunque desigual: en el último ejercicio el número de furgonetas creció el 3%, mientras que el de camiones lo hizo el 8%. Los coches particulares tuvieron un aumento casi nulo: 0,6%.
También aumentan los desplazamientos de estos vehículos. De los 4,3 millones de movimientos diarios que se registran, 180.500 (sobre el 4%) los realizan vehículos comerciales dentro de la ciudad y 255.450 (el 13%) son movimientos de entrada o salida, también de carácter comercial. Los primeros crecen a un ritmo del 3,4% anual y los segundos superan esa cifra y alcanzan un aumento del 4%. Sumados, los 430.000 desplazamientos comerciales suponen el 17% del total de los que se realizan en Barcelona. El análisis centrado exclusivamente en los accesos señala que el 22% de los vehículos que entran o salen en la ciudad lo hacen en relación directa con la actividad comercial. El 15% son furgonetas y el 7% camiones.
En los últimos tiempos, el Área de Movilidad del Ayuntamiento de Barcelona ha observado, además, la tendencia a aumentar el volumen de los vehículos, lo que supone un inconveniente añadido para los problemas de tráfico. Un vehículo pesado supone un tercio del coste de una furgoneta, en la medida en que ahorra personal y seguros, pero entorpece varias veces más si el punto de destino carece de espacio adecuado para la carga y descarga.
La preocupación de Pere Navarro, comisionado del alcalde de Barcelona, por este tipo de movilidad parte de una premisa clara: los desplazamientos en transporte privado pueden ser sustituidos por otros en transporte público. Pero el traslado de las mercancías no tiene, al menos que se sepa, forma sustitutiva alguna.
La pasada semana, en la presentación de un libro de la geógrafa y diputada Carme Miralles, el alcalde Joan Clos ya señalaba la tendencia del reparto a ocupar toda la ciudad con vehículos cada vez más grandes y las conversaciones con el sector para alcanzar soluciones.
Barcelona participa con varias ciudades europeas en un estudio sobre el problema que supone el incremento constante de la actividad comercial y su repercusión en el tráfico. La experiencia barcelonesa es el carril multiusos que se destina a carga, aparcamiento o tráfico en función de las horas y los días. En alguna de la calles donde se ha aplicado se ha logrado cierta disminución de la conflictividad y un incremento de la velocidad comercial de casi un kilómetro por hora, lo que supone una mejora de más del 5%.
Otro experimento de interés lo realiza la ciudad francesa de La Rochelle. Allí se ha instalado un punto de distribución general donde se reciben todos los productos de un área determinada (independientemente de la hora del día) y luego son distribuidos a los comercios de destino mediante vehículos eléctricos. El municipio ha sufragado el 50% del experimento, pero ya ha anunciado que no puede hacerlo a perpetuidad. Los resultados definitivos aún no se conocen.
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