'El enfermo tiene derecho a negociar con el médico'
Fina Sanz (Valencia, 1948), psicoterapeuta, sexóloga, pedagoga, directora del Instituto de Terapia de Reencuentro en Valencia y autora de éxito con Psicoerotismo femenino y masculino y Los vínculos amorosos, jamás pensó que terminaría escribiendo un libro en el que ella sería la protagonista. Y, además, con un argumento poco deseable, la grave enfermedad que le fue diagnosticada en 1999 y que, como un sobresalto, amenazó su vida. En Los laberintos de la vida cotidiana, Sanz observa sus sentimientos y trata de desentrañar y aportar luz al intrincado laberinto a través de un viaje de conocimiento, según explica la autora en una entrevista en Bilbao.
'Cuando tienes una depresión o un problema hay que vivir un proceso por el cual puedes aprender y salir; se trata de trabajar para lo que se llama desarrollo personal, que es lo que a mi me interesa'. 'Lo que nunca pensé', añade', es que iba a escribir sobre el laberinto de la enfermedad desde dentro'. En su particular laberinto, Sanz descubre las actitudes de los que le acompañan en la enfermedad, y también la del personal sanitario que le atiende. La familia y los amigos no saben qué hacer y a veces pueden tener errores porque, desbordados por la emoción, no saben cómo manejarse, explica. 'Un enfermo refleja la posibilidad de la enfermedad y eso aterroriza y enfrenta a la existencia de la muerte', reflexiona.
Como terapeuta y enferma, cree necesaria la creación de grupos de apoyo a enfermos. Asimismo aboga por instruir a las familias de los pacientes sobre lo que van a vivir, y a los profesionales sanitarios para que sepan tratar sus miedos y no se distancien de los que sufren. 'Una cosa es marcar la distancia terapéutica y otra es aprender a acompañar con humanidad, que de eso trata el arte del acompañamiento, el gran desconocido. Como el arte de amar', dice.
Sanz reconoce que la muerte no se acepta de manera intelectual, sino que requiere de un proceso de pérdida que puede durar mucho tiempo. Y afirma de manera tajante que el enfermo tiene derecho a conocer la gravedad de su dolencia: 'A veces parece que el poder de tu vida está en manos de otras personas, y eso no es posible, porque el enfermo tiene derecho a saber y negociar con el médico'.
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