Oreja de un público fácil
Estamos ante el toreo moderno. Enrique Ponce cortó una oreja en su segundo toro sin apenas torear con la mano izquierda. En realidad, en sus dos toros apenas dio tres tandas cortísimas de pases naturales, todos ellos sin ligar, sin que transmitieran la más mínima profundidad y embarullados. A su primer toro le hizo una faena de enfermero. Otra de las 'cualidades' que están entre las reglas del toreo moderno: tener cuidado en que los toros no se caigan más de lo debido.
En esa faena los derechazos fueron periféricos, despegados, sin exponer un ápice. En su segundo, en el toro de la oreja, contabilizamos una serie de derechazos aceptables, otra con tres buenos muletazos, otra con cuatro pases cadenciosos, y el resto, movido y sin profundizar. Pues bien, el público del toreo moderno le concedió una oreja. Y así va la fiesta de los toros. Este público bilbaíno, cada vez más facilón y sin sustancia, hace que los toreros lo sepan y de ese modo se esfuerzan lo mínimo posible.
Jandilla / Ponce, El Juli, Castaño
Toros de Jandilla: presentación aceptable, sin clase y poca fuerza. Enrique Ponce: pinchazo hondo y descabello (ovación); estocada (oreja). El Juli: estocada trasera y dos descabellos (silencio); pinchazo, media estocada ladeada y descabello (ovación). Javier Castaño: pinchazo, estocada ladeada y tres descabellos (silencio); pinchazo, metisaca y estocada (ovación). Plaza de Vista Alegre de Bilbao, 16 de junio, Corrida del 700 aniversario. Tres cuartos de entrada largos.
El Juli, en horas bajas
El Juli, da la impresión que atraviesa horas no demasiado felices en términos toreros. En su primer toro falló con las banderillas. La faena de ese toro fue vulgar, instrumentando derechazos y naturales sin mandar y sin ligar. En su segundo bastante bien con las banderillas. Su faena consistió en dos series de derechazos, algunos ligados, otros templados, otros largos y algunos movidos. En las tres series de naturales hubo de todo: algunos largos, otros más cortos, otros sin especial relieve y algunos fueron ejecutados de frente a un toro muy sosito. No es buen bagaje para una figura del toreo que está en el momento más propicio de la temporada. Algo pasa en su cabeza. ¿Es posible que su cuenta sea tan abultada que al vestirse de luces eso le quita la porción de valor que un torero necesita?
El joven salmantino Javier Castaño, cada vez que torea, es un dolor para el espectador. Las dos faenas fueron de una vulgaridad apabullante. Después de unos derechazos y naturales movidos y sin mandar, de pronto le endilgó a su primer toro unos molinetes dos pases anodinos rodilla en tierra y el público rompió entonces en una gran ovación. Otra vez, el respetable dando lecciones de cómo no debe comportarse a la hora de juzgar lo que está bien, lo que está mal y lo que no vale nada. Por desgracia, ayer, se premió aquello que no valía un pepino. De poco vale el pequeño arrimón que se atrevió a maldibujar en su segundo toro.
Babelia
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