Scolari, el macho peleón
Pese a los buenos resultados de Brasil, su seleccionador mantiene tensas relaciones con la prensa de su país
Mientras selecciones como Francia o Argentina han tenido que hacer las maletas, Brasil, otra candidata al título, avanza con paso firme a lomos de sus grandes individualidades. Pero el clima que se respira entre la prensa brasileña y el equipo, en especial con su cuerpo técnico, es cada vez más pesado. La alta aristocracia futbolística brasileña descarga en diversos medios de comunicación sus críticas a Luis Felipe Scolari. Zico afirma que la defensa de la selección es ruinosa, y su antiguo compañero Sócrates le corrige: 'Ruinosa no. Es una porquería. Lo mismo que el entramado táctico'. Hasta Maradona tiene una positiva acogida en los periódicos cuando comenta que 'el técnico de Brasil quiere aparecer más que sus jugadores y eso es malo para el equipo'. Todas las críticas son puntualmente respondidas. Cuando Emerson se lesionó y Scolari tuvo que convocar a Ricardinho, el seleccionador arremetió contra el mítico Tostão, con el que mantiene una relación tempestuosa: 'Ahora ya tiene a su jugador preferido. ¿Satisfecho?'. El exinternacional respondió con ironía y perplejidad: 'Ahora sí. Y usted ya tiene al fin un centrocampista organizador'.
El técnico ha mantenido peleas verbales y físicas con colegas, futbolistas y hasta políticos
Scolari vive a la defensiva desde que accedió al cargo. Suele comentar a sus colaboradores: 'Los periodistas ya jodieron a Luxemburgo (uno de sus antecesores en el cargo) y ahora quieren hacer lo mismo conmigo'. De sobra es conocido en Brasil el áspero carácter de este entrenador que parece haber creado un enemigo virtual, la prensa, que de momento le está dando más quebraderos de cabeza que las débiles selecciones con las que Brasil se enfrentó en la primera fase. Los episodios que tensan la cuerda de la desconfianza entre ambas partes son constantes. Un grupo de jugadores de la selección celebraba el triunfo sobre China en una discoteca y un fotógrafo brasileño que les había seguido tomó imágenes de los futbolistas en la pista de baile. Los jugadores le arrebataron el carrete tras una agria discusión. Este hecho, y las críticas vertidas contra el débil entramado defensivo que Brasil ha exhibido ya habían molestado a Scolari, que para colmo también mantuvo su polémica particular con otro fotógrafo que había captado imágenes de una conversación entre el técnico y la joven intérprete coreana, pero criada en Brasil, que acompaña a la selección.
Scolari era un mediocre zaguero, de esos que en Brasil llaman pierna de palo, que comenzó su carrera como técnico en modestos equipos y en aventuras en Oriente Medio o Japón. Pero volvió a Brasil para convertirse en uno de los técnicos más laureados del último decenio dirigiendo a conjuntos como el Gremio, el Palmeiras o el Cruzeiro. Siempre con su estilo futbolístico rocoso y de corte físico, tan repudiado fuera de los límites de Rio Grande do Sul, su estado natal. Y siempre metido en polémicas provocadas por su incontinencia verbal y su falta de autocontrol. Ya lo avisaba en el 96, cuando era uno de los técnicos de moda tras ganar el campeonato con Gremio: 'La selección es inalcanzable para mí a causa de mi estilo. Soy muy franco y difícil en las relaciones'. El año anterior había protagonizado el primer incidente que los medios de comunicación brasileños habían aprovechado para crear el personaje agresivo que casi todo el país hoy afirma ver en Scolari: Le pegó una bofetada a Wanderley Luxemburgo, entonces entrenador del Flamengo, en medio de una tangana. En el 98 llegaron más triunfos deportivos, pero también más problemas, esta vez en el Palmeiras, a cuyos aficionados más críticos calificó de 'comedores de cacahuetes'. Ese mismo año llegó a las manos en público con un periodista y sus ayudantes evitaron una pelea con un jugador del Vasco da Gama.
A esas alturas ya era un filón para los programas más sensacionalistas de la televisión que le llamaban 'boca sucia'. Mientras tanto Scolari reconocía con toda naturalidad que había ordenado escupir y pegar al delantero del Corinthians Edilson (hoy en la selección) para provocar su expulsión en otro encuentro. También pidió públicamente a sus pupilos que cometieran más faltas y traspasaran el límite del reglamento contra Boca Juniors en un encuentro de la Copa Libertadores. Llegó a conseguir que políticos de izquierda o el exseleccionador y reconocido simpatizante comunista João Saldanha le retiraran la palabra después de que afirmara que 'bajo el mandato de Pinochet se torturaba gente, pero él dejó un país económicamente estable, limpio y sin analfabetismo'. Las tendencias sexuales estaban dentro de su repertorio de ofensas: 'Un hombre, y más un jugador de fútbol, tiene que ser macho. No me gusta tener homosexuales en el equipo. Ya me ocurrió en Kuwait y fue muy desagradable. Si me pasa hoy, al jugador le mando fuera del club'.
Y tampoco le gusta el fervor religioso de muchos futbolistas. A uno de ellos le hizo recapacitar sobre su fe evangelista porque 'un defensa tiene que ser mala persona y no tener piedad'. Mucha gente pensó que cambiaría al asumir el cargo de seleccionador, pero nada más lejos de la realidad. En los entrenamientos no es novedoso escuchar insultos contra sus jugadores cuando no se emplean con el ardor guerrero que exige a la hora de defender. Durante la concentración previa al Mundial en Goiania respondió con una patada en el trasero del asesor de un senador a los jocosos requerimientos de este para que convocara a Romario.
Los que dicen conocer a Felipao cuentan que su perfil varía en la intimidad, cuando disfruta de sus dos hijos como un afable cincuentón, cuando llora viendo la película Ghost o cuando somete a su mujer, Olga, a escuchar interminables monólogos en los que se plantea situaciones imaginarias del juego mientras lavan los platos de la cena. La mayor parte de los aficionados y periodistas creen que, gane o no el título, Scolari tiene demasiado que ver en detalles tan poco usuales como que Rivaldo finja que le han dado un balonazo para que el rival sea expulsado.
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