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Mueren abrasados 24 caballos de raza árabe en una cuadra de Alcalá

Veinticuatro caballos de pura raza árabe perecieron al mediodía de ayer abrasados y asfixiados por el humo en una nave próxima a Alcalá de Henares. Y pudieron haber muerto muchos más si no es por la providencial intervención de un guardia de seguridad de un centro comercial cercano a la finca. Francisco Paco Blanco, de 27 años, vio el techo de la nave en llamas, saltó la alambrada de la finca y abrió a los animales las puertas de la cuadra. Dentro, luchando contra las llamas y el humo, se topó con el mismísimo infierno. Caballos carbonizados en el suelo, otros que daban desgarrados relinchos antes de sucumbir ante las lenguas de fuego y otros que, a fuerza de coces, trataban infructuosamente de horadar las paredes de la nave en busca de su salvación. Veinticuatro no lo lograron.

El valor de los caballos oscila entre los 4.800 y los 30.000 euros, según un empleado de la finca. La causa de este infierno fue un posible cortocircuito; la paja del establo hizo todo lo demás. Eran las 12.30. La rápida intervención del servicio de urgencias 112 y de los bomberos evitó que las llamas se propagasen a otras naves adyacentes. En ellas sus dueños crían caballos de pedigrí. Habitualmente hay más de 150 en las cuadras de la finca, propiedad de Antonio González, vecino de Alcalá.

Ni el dueño de los caballos abrasados ni sus empleados, que ayer tarde se afanaban por restablecer el fluido eléctrico de la finca, quisieron hacer declaraciones. Todo era un absoluto hermetismo. 'No sabemos qué ha pasado; las llamas, atizadas por la paja, aparecieron de pronto', se limitó a decir a EL PAÍS, desde dentro de las rejas de la finca, una mujer. 'Pongan lo que quieran en el periódico', espetó.

Paco Blanco, el guardia de seguridad de Carrefour que ayer arriesgó su vida para salvar a cuantos caballos pudo, comentó: 'Vi que salía humo y fuego del techo de la nave, salí corriendo y salté la alambrada que rodea la finca. Aún no había llegado nadie. De dentro salían gritos de caballos. Me cubrí la cabeza con una manta térmica de primeros auxilios y entré en la nave. Apenas se veía: había llamas y humo negro por todos los lados. Abrí varias puertas, pero los caballos, relinchando y saltando, no salían. Vi algunos tendidos en el suelo y otros en pie con sus potros al lado. Tiraba de ellos, pero se resistían a salir. Entonces me di cuenta de que, sacando primero a los potros, salían después los padres tras ellos', dijo.

'Al rato de estar sacando caballos, vi llegar a otras personas que también abrían puertas y sacaban animales', añadió. Según el guardia de seguridad, el incendio se originó en una cuadra con pacas apiladas. Las llamas se extendieron a través de la techumbre a otra estancia, que estaba revestida de una capa aislante. Al prenderse el aislante, gotas en llamas caían al suelo de la cuadra y, a su vez, quemaban la paja que hacía de cama para los caballos. 'Me da pena por los caballos que han muerto; he hecho lo que he podido y creo que al menos he salvado a 12 o 15 animales', se felicitó. 'La verdad es que he arriesgado mi vida. Cada dos minutos tenía que salir a la calle a respirar y me duele que los dueños ni siquiera me hayan dado las gracias todavía'.

'El chaval le ha echado mucho valor', comentó un vecino de la zona que vio el esfuerzo de Paco. 'Se ha tenido que hacer daño al saltar porque tenía sangre en una mano', comentó este testigo.

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El techo y la pared trasera de la nave quedaron totalmente calcinados. Al caer la noche, el olor del siniestro aún traspasaba las alambradas de la finca.

Tres bomberos revisan la nave de Alcalá de Henares en la que perecieron abrasados 24 caballos.
Tres bomberos revisan la nave de Alcalá de Henares en la que perecieron abrasados 24 caballos.COMUNIDAD DE MADRID

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