Jóvenes, mano de obra barata

Vivimos situaciones que recuerdan demasiado a los tiempos de la Revolución Industrial del siglo XIX. Me refiero al estado de precariedad laboral que padecemos los jóvenes.

Por una parte, tenemos que mencionar el abuso al que estamos sometidos los jóvenes cuando realizamos prácticas en empresas. Éstas aprovechan nuestra condición de personas jóvenes y con alta cualificación para cubrir vacantes sin más, vacantes que en condiciones de contratación normales implicarían el pago de un salario razonable y acorde con la cualificación exigida para cubrirlas.

Los jóvenes actuamos con la esperanza de encontrar una aplicación práctica de los conocimientos adquiridos, trabajamos con tesón, con ilusión y movidos por nuestro afán de poner en práctica lo que hemos aprendido, pero pronto descubrimos que para un número considerable de empresarios somos sólo mano de obra barata -casi gratuita.

Una vez concluido el contrato de prácticas, nos encontramos con buenas palabras, agradecimientos y una palmadita en la espalda, ya que una vez finalizado el convenio de prácticas no estamos dispuestos a seguir siendo explotados.

El empresario tiene muy claro que nuestra vacante será cubierta rápidamente por otro ingenuo, excelentemente preparado e ilusionado joven que estará dispuesto a trabajar de forma gratuita durante unos meses.