_
_
_
_

'Estilo Beckham', guapos y sin tabúes

Las estrellas del balón, nuevos modelos para unos y otros

En las portadas de las revistas gay aparece de pronto el fútbol o, mejor dicho, los jugadores. No es la caída del Muro de Berlín; es mucho más porque hasta ahora los dos mundos no se hablaban. Al contrario, se burlaban uno de otro. Pero ahora el mercado ya no lo permite. Ahora los futbolistas se han convertido en personajes transversales. No acaban sólo en la habitación de los chicos o en los talleres mecánicos, sino también en las estancias de la realeza, del Parlamento, de las familias..., en la de él, que está con ella; en la de él, que está con él.

Si la reina Isabel recomienda a Beckham su sobrina fisioterapeuta; si el presidente Chirac llama a Desailly para animarle; si el primer ministro irlandés se ofrece como intermediario entre jugador y entrenador; si Berlusconi promete arrestar a los azzurri (la selección italiana) en caso de derrota; si el presidente de Corea del Sur se compromete a hacer un regalo personal a sus jugadores; si uno de sus ministros compone sin avergonzarse una oda pública, con un texto inolvidable, dedicada al éxito del equipo; si el presidente de Eslovenia pide a Zahovic, que ha puesto en tela de juicio a Katanec, el entrenador, que haga las paces..., quiere decir que el balón no rueda sólo sobre el césped y en las repúblicas bananeras, sino también en las democracias más o menos avanzadas; que los jugadores se parecen cada vez más a los Beatles, Vasco Rossi o Madonna: fabrican espectáculo, consenso, forma de ser. Son los únicos que explican e interpretan la sociedad contemporánea, incluidos los vicios, de forma sencilla, vital, física. Como dijo el policía que en un amanecer argentino detuvo a Maradona hasta arriba de coca: 'Y pensar que para mi hijo eres un modelo...'. Y cómo le respondió en un momento de lucidez Maradona: 'Bestia, ¿qué culpa tengo yo si tu hijo no te ha tomado a ti como símbolo?'.

Hasta hace pocos años ningún futbolista habría aceptado convertirse en un símbolo gay
Más información
Gráfico:: Los equipos

Attitude, una publicación británica. En primera página, el inglés Beckham. El titular: 'Y Dios creó a David'. Entradilla: 'Por primera vez, una revista gay entrevista a Beckham'. Pregunta: '¿No te molesta, a ti que formas parte de un mundo tan macho, hablar con nosotros?'. Respuesta: '¿Y por qué? Tengo muchos admiradores entre los hombres. Incluso vienen a hablar conmigo. Es algo bueno. Me gusta'. '¿En serio?'. 'Sí, siempre he pensado así. Y no me considero un valiente'. 'Vosotros, los jugadores, os ducháis juntos, lloráis unos en brazos de otros... Pero, cuando os referís a nosotros, los homosexuales, todavía usáis términos llenos de desprecio'. 'Yo recibo muchas cartas de hombres. Aumentan cada semana. Creo que no debería importar con quién lo haces y cómo lo haces. Para mí, nunca ha sido un problema'. Son doce páginas de reportaje, fotos incluidas, con Beckham a sus anchas.

También Gaytimes tiene en portada a los jugadores. La completa con un sondeo: ¿Quién es el más atractivo? De los azzurri, sólo aparece Nesta. 'Siempre sabe dónde tiene que estar, manda con atención la defensa, tiene estilo, es perfecto, nunca se arruga demasiado la camiseta. ¡Madre mía!'. Las otras propuestas son para el irlandés Given: 'No es alto, pero tiene unos ojos maravillosos; del color de su país'. Para el francés Trezeguet: 'No vemos el momento de que se quite la camiseta. Con el pecho desnudo es fantástico. ¿Y sabéis cómo se lee su nombre? Trez-a-gay'. Para el portugués Figo: 'Desprende latinidad y testosterona. Hace lo que quiere con los pies'. Para el inglés Owen: 'No os dejéis engañar por su aire inocente. Es un duro. Podéis intentar perseguirlo, pero no está dicho que consigáis atraparlo'. Para Raúl: 'Ah, su fantasía, os arrodillaréis ante él'. Para el belga Mpenza: '¡Fuera la camiseta!'. Para el argentino Verón: 'Nuestro don Juan es muy latino en su forma de mandar'. Para el brasileño Rivaldo: 'Gran físico, inmensa maestría'. Y para Beckham: 'No le da vergüenza llevar el sarong ni ponerse las bragas de su mujer, Victoria'.

Son comentarios infantiles, pero indican el acercamiento entre dos culturas que nunca se habían frecuentado. Por suerte, ya no hay necesidad de ser prudentes. Hasta hace pocos años ningún futbolista habría aceptado convertirse en un símbolo gay, ninguno se habría sentido orgulloso. Beckham lo está, de verdad. Sabe que a sus admiradores no les importa. Sabe que tiene que vender un estilo de vida abierto, moderno, no sexista. Cuando publicaron su foto con las braguitas de su esposa, no se sintió molesto. Se sintió peor Adams, capitán del Arsenal y de la selección inglesa, después de toda una vida bebiendo, cuando un periódico sensacionalista sacó en primera página la noticia de que estaba tan borracho que por la noche se hacía pis en la cama. Significaba hacer pedazos su imagen de hombre rudo, significaba revelar que no era lo que quería aparentar.

Pero hoy los jugadores, como las estrellas del rock, no quieren aparentar nada: se tiñen el pelo, se lo afeitan, se ponen coleta; se tatúan; llevan pendientes, aros, colgantes, pulseras; llevan los auriculares en las orejas; se comprometen con chicas que saben lo que es la luz de los reflectores. Y nadie te dirá como el italiano Tardelli: 'Me he convertido en campeón, pero siento haber dejado el colegio'. 'Bestias', diría Maradona, '¿por qué miráis hacia este lado?'.

La Repubblica.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_