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Entrevista:BERNARDO ATXAGA | Escritor

'La literatura llega a veces a sitios que no alcanza la política'

Bernardo Atxaga (Asteasu, 1951) fue reconocido el jueves con el Premio Eusko-Ikaskuntza-Caja Laboral de Humanidades por contribuir, entre otras cuestiones, a la cualificación del euskera batua como lengua literaria. Sin embargo, no siente que la suya haya sido una contribución esencial en este sentido. 'He sido sencillamente un discípulo de Mitxelena y Aresti', confesó ayer. 'El trabajo con la lengua lo hicieron ellos y los de su generación. Nosotros llegamos a mesa puesta'.

Atxaga -apenas nadie recuerda que su nombre de pila es Joseba Irazu- no se concede excesivos méritos a sí mismo. Sólo reconoce su singularidad en la desobediencia. 'No he sido fácil de convencer, no me he atado a las normas y siempre he pasado por ser un poco díscolo en cuestiones lingüísticas. En ese sentido, no puedo estar en la Academia de la Lengua Vasca porque soy un discrepante. O sea, que no he hecho mucho en este terreno', reconoce.

'Siempre he pasado por ser un poco díscolo en cuestiones lingüísticas'
'No conozco un país donde la gente se haya manifestado tantas veces por la paz'

El escritor puede restar importancia a una cuestión que bordea la frontera de lo subjetivo. Pero no puede negar lo obvio: que ha contribuido a universalizar la cultura vasca. Sólo Obabakoak, su obra más leída y difundida -premiada con el Nacional de Literatura- ha sido traducida a 24 idiomas, pero también otras creaciones como Memorias de una vaca han llegado a lectores de todo el mundo. 'La literatura llega, a veces, a sitios donde, por ejemplo, la política no llega', dice convencido. Y recurre a su propia experiencia para justificarlo. 'El otro día en Malmö [Suecia] mucha gente escuchó por primera vez la lengua vasca. Es perfectamente posible que nadie hubiese oído hablar nunca de los vascos y de repente lo hizo en una lectura', dice.

Son pequeños triunfos que satisfacen al escritor y se convierten a un tiempo en argumentos para reconocer su trayectoria. El Eusko Ikaskuntza de Humanidades le ha caído bien a Atxaga, un autor nada aficionado a los galardones y sumamente crítico con los premios comerciales y partidistas. ¿Por qué? 'Pavesse escribió una vez que tener hijos es aceptar la vida. Pues bien, aceptar un premio como éste supone aceptar dos instituciones en las que creo firmemente', responde. Tanto, que al ver que se habla tan poco de la Universidad y tanto de fútbol reconoce que ha llegado 'a detestar' este deporte.

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En la conversación con el escritor se advierte un cierto desencanto sobre la inclinación a lo comercial o al márketing de la literatura, que se extiende también a la política. Quizá porque él, que siempre ha mirado de frente al problema del País Vasco, observa su estancamiento con desesperanza. 'Entiendo que ser político aquí tiene que ser durísimo. Pero no sé, que no se avance nada, que uno esté desde hace años como escuchando una especie de Bolero de Ravel, donde lo único que cambia es la instrumentación o el volúmen...', se cuestiona.

El escritor no puede obviar en este punto una referencia directa a los que él considera los principales males. 'Están ocurriendo cosas muy serias. La absoluta impermeabilidad de ETA para los mensajes que le están llegando de todos los ámbitos me parece siniestra, como también la postura del partido del Gobierno Aznar, que habla como la Biblia decía que hablaban los calumniadores', señala. Y en medio están los ciudadanos, que escuchan a todas horas que no hay que rendirse y descorazonarse. 'Quizá no es que 'no haya que', sino que ya lo está. Hay que decir que la gente está muy cansada y descorazonada, y que no lo merece, porque está haciendo mucho', destaca.

Nueva obra

Atxaga lanza sus dardos contra quienes dicen que en Euskadi apenas se dan pasos por la paz. '¿Que se está haciendo poco? Yo no conozco ningún país donde la gente se haya manifestado tantas veces por cosas tan dignas como la paz o contra la tortura', responde. Él, como escritor, tiene claro el papel que le corresponde: protestar siempre que se pueda contra un asesinato, o contra una manipulación informativa. 'Ahora bien', advierte. 'Esto no es una corporación. Esto no es Osakidetza. Los que escribimos hemos estado toda la vida por nuestra cuenta y riesgo y cada uno elige la manera de hablar de ello. Yo prefiero la acción directa, las conferencias o las lecturas'. Unas charlas literarias que roban tiempo a su creatividad sobre el papel.

Ahora mismo, Atxaga trabaja en la que será su última obra de ficción en mucho tiempo, porque cada vez siente mayor atracción por la poesía o el ensayo'. ¿Qué tienen éstos que no posee la ficción? 'Sobre todo, la cercanía a la experiencia', responde. 'La persona que va entendiendo la belleza del pensar, de entender el mundo, va hacia esos géneros cercanos a la experencia, donde otros también han pensado. La ficción puede ser divertida, como los crucigramas, pero uno dice al final: '¿por qué ando metiendo a través de una forma sugestiva esta experiencia, si la gente va a leer igual?'. Al contrario de lo que se dice, Atxaga cree que la poesía llega bien a los lectores; en algunas ocasiones, mejor incluso que los best seller, que tan poco valora. 'El trabajo que hace uno tiene que ir más hacia el interior que hacia el exterior', afirma. ¿Sugiere que los escritores no arriesgan, que hay que arriesgar más? 'En el riesgo también está la felicidad', responde sin titubear. 'Cuando uno escribe un poema que no sabe si llegará o no y tiene buena suerte, siente una gran alegría. En cambio, los escritores de best sellers no parecen felices, porque los que venden cien millones quieren vender mil. Esa es su filosofía'.

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