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Reportaje:Mundial 2002 | España arranca con triunfo

Una apuesta por el descaro

Frente al conservadurismo de Clemente, su predecesor, Camacho debutó en la Copa con muchos jugadores de ataque

Santiago Segurola

Cualquiera que sea la valoración del juego de España en su primer partido, ante Eslovenia, hubo un dato reseñable, por infrecuente, en la trayectoria de la selección en los Campeonatos del Mundo. José Antonio Camacho utilizó un altísimo número de jugadores de ataque, en contra de la idea que mantuvo su predecesor, Javier Clemente, en los dos anteriores.

Cuatro de sus futbolistas -Raúl, Tristán, Valerón y Luis Enrique- son delanteros o medias puntas en sus equipos. En el caso de Baraja y De Pedro ocurre algo parecido. Baraja es un centrocampista de largo aliento, pero con una querencia indisimulada por ocupar zonas de remate. No por casualidad ha sido el máximo goleador del Valencia esta temporada a pesar del escaso número de partidos que disputó por culpa de una lesión. De Pedro es lo que se entiende por un fino estilista, poco dado a sacrificios defensivos. La simple enumeración de efectivos debe interpretarse al menos como una ambiciosa declaración de intenciones de Camacho.

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Buena parte del desafecto de los aficionados con la era Clemente procedía de la terquedad del seleccionador por cuestionar ciertas cuestiones de estilo. Clemente detestaba la posesión de la pelota, el juego corto -o tiqui tiqui en su vocabulario- y una clase de jugadores que le parecían de poco trapío. Tanto en la apertura de la Copa del Mundo de Estados Unidos 94 como en Francia 98, Clemente prefirió blindarse con el mayor número de especialistas defensivos. En Dallas, frente a Corea del Sur, utilizó tres centrales y a Hierro en el medio campo. En Nantes, contra Nigeria, comenzó con Nadal en el medio campo, donde duró un minuto antes de colocarse en el centro de una defensa que tuvo a Iván Campo como inopinado lateral derecho.

Camacho rompió con esa mentalidad en el primer partido de la Copa del Mundo. Hasta se podía hablar de desequilibrio en el equipo, quizá compensado por la estricta dedicación defensiva de los laterales. No progresaron nunca por las bandas. A la vista de la victoria, será interesante atender a las decisiones del seleccionador en los dos próximos encuentros. Si persiste en mantener la misma alineación ante Paraguay, será una señal de confianza extrema en este equipo y un rechazo a las opiniones que consideran poco estructurada a la selección.

El asunto cobra importancia porque Paraguay, tras empatar en la primera jornada ante Suráfrica, necesita la victoria frente a España. Por muy firme defensor que sea del catenaccio, su técnico, el italiano Cesare Maldini, deberá estirar a su equipo por pura necesidad.

Frente a esa exigencia que tienen los paraguayos, Camacho tendrá que responder bien con un voto de confianza en el equipo que ganó a Eslovenia -con sus seis jugadores de ataque distribuidos de medio campo hacia delante- o buscar una alternativa con algún otro especialista defensivo en el medio campo.

Pero el primer dato ya está procesado: había dos maneras de afrontar el primer partido de la Copa del Mundo -con cautela o con descaro- y Camacho prefirió la segunda vía. Si fue un mensaje a largo plazo o algo muy concreto, comenzará a saberse el viernes frente a Paraguay.

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