Espectacular Fandi
No se puede negar que es un torero de una gran espectacularidad. Todo corazón. Se da por entero desde que se abre la puerta de toriles hasta que el toro dobla las manos. Y esa actitud se traslada con facilidad a los tendidos, y suele convertirse en intensa emoción. Ya se sabe que la base de esta fiesta tan singular es que se le pongan a uno los vellos de punta, que te veas de pie sin saber cómo, te duelan las manos de aplaudir y el corazón bombee sangre a velocidad de vértigo.
Ésa es la emoción. Si, además, quien protagoniza la gesta en un artista y le da por destapar esencias, entonces ya te puedes morir de placer.
Bueno, bien pensado, tampoco hay que exagerar que, quien más quien menos, está cansado de tantas tardes de aburrimiento como para morirse así, de pronto, porque un torero se ponga flamenco.
Ortega / Liria, Moreno, El Fandi
Dos toros -1º y 5º- de Gerardo Ortega -ocho fueron rechazados en el reconocimiento-, y cuatro de Sepúlveda, desiguales, mansos y descastados. Pepín Liria: pinchazo, media tendida, tres descabellos -aviso- y un descabello (silencio); pinchazo, estocada atravesada -aviso- y tres descabellos (algunos pitos). José Luis Moreno: bajonazo (silencio); bajonazo y dos descabellos (silencio). David Fandila El Fandi: cuatro pinchazos, un descabello -aviso- y un descabello (ovación); estocada baja (oreja). Plaza de las Ventas, 2 de junio, 19ª corrida de feria. Lleno.
Lo cierto es que El Fandi quiere ser figura del toreo. Mejor aún, es un torrente de ilusión, y un hombre dotado de envidiables facultades físicas. Como todo no se puede tener, el arte no le cubre con su manto. Pero que nadie se equivoque: la voluntad, la decisión, el ansia de triunfo y la confianza en sí mismo pueden llevarle muy alto.
Ayer, ofreció toda una lección de pundonor y arrojo, de torero valiente y de raza; y el público se emocionó, se divirtió y le premió con una oreja arrancada materialmente a base de corazón.
No es un primor con el capote en las manos, pero sí muy variado. Quitó por gaoneras en el primer toro de Moreno, recibió a la verónica a su primero, muy quieta la planta, y cerró con media de rodillas y una serpentina. En el sexto, se arrodilló para ejecutar una larga afarolada en el tercio y, después, se apretó por chicuelinas. ¿Alguien da más?
Pues lo da El Fandi. Coge las banderillas y se transforma en un portento. Un par de poder a poder y dos andando hacia atrás de tan intensa emoción que pusieron la plaza en pie. Toma la muleta y se nota ese runrún propio de las grandes ocasiones. Con las dos rodillas en tierra consigue dos buenos derechazos y uno de pecho. De pie, cierra con una trincherilla y otro largo de pecho. La plaza hierve. Se separa de su oponente, cita de lejos, el toro se arranca con codicia y embarca la embestida en una tanda corta de redondos que hace presagiar faena grande. Pero el toro no estaba por la labor y se paró. Y El Fandi se empeñó en demostrar que es un manta con el estoque y lo estropeó todo. Ya lo dijo Billy Wilder: nadie es perfecto.
Más emocionante si cabe fue el tercio de banderillas en el sexto, especialmente un par al violín en todo lo alto -¿técnica o casualidad?- y otro al quiebro, citando de rodillas, sencillamente extraordinario. Brindó al público, comenzó largo por bajo, un cambio de manos y un pase de pecho de suprema torería. Pero el toro desarrolló genio y se dispuso a fastidiarle la fiesta al matador: media arrancada, la cara por las nubes y espérate que como te coja... Pero, qué decisión la del torero, qué ganas de triunfo... Aguantó tarascadas y dominó la incierta embestida con depurada técnica y valor. La espada cayó baja, pero el público, que había sentido el pellizco de la emoción, pidió con insistencia el trofeo.
¿Merecido? Sin duda. No hubo toreo excelso, es verdad. Pero había un torero henchido de poderío.
La verdad es que le acompañaban dos toreros más, pero, entre la mala condición de sus toros, y su escasez de ánimo, pasaron tan de puntillas que ¿estuvieron o no estuvieron en las Ventas?
Liria es un valiente que ayer estuvo de capa caída. Honrado, pero muy triste e incapaz de superar las dificultades de sus toros. Y Liria tiene condiciones para eso y para más. Pero ayer no fue su día y ya está. Moreno, otro que te vi, sin toros potables, pero con la ilusión por los suelos. Nada con el capote y pesado con la muleta. Pero, ¿para qué está la cabeza sobre los hombros?
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.