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Crónica:FERIA DE GRANADA | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

La calculadora y un toro

Esplá sustituyó a José Tomás, lo que provocó el rechazo de los toros de Núñez del Cubillo, que esperan congelados otro espectáculo para figuras, que vaya espectáculo están dando: se han lidiado siete corridas y han sido desechados más de 24 astados. Y lo que salió de pena, por mucho indulto que se inventaran para posterior reingreso del indultado en la carrera de semental. El público ausente fue compensado por la rebaja de coste y la posterior mejora del balance de calculadora, ya que el artístico no cuenta.

La primera mitad fue un homenaje a la mediocridad en el que se situó Esplá, suficiente en todos los tercios ante el carro de la carne, que acabó rajado.

Lo de Caballero es más grave, ya que aburre a las mismísimas ovejas: una y otra vez recoge al toro con el pico, lo transporta hasta las heredades vecinas y lo deja allí para volver a empezar.

Valdefresno/Esplá, Caballero, Mora

Toros de Valdefresno, despuntados, con más peso que trapío; el 4º, sobrero de Peralta, de preciosa lámina; el 5º, sobrero de José Luis Pereda, cinqueño. Luis Francisco Esplá: pinchazo, bajonajo a un tiempo (ovación); dos pinchazos, estocada caída (aplausos). Manuel Caballero: pinchazo, estocada caída (silencio); estocada (aplausos). Eugenio de Mora: media estocada (silencio) estocada trasera caída (silencio). Plaza de Granada. 1 de junio. 8ª de abono. Dos tercios de entrada.

El tercero salió con más gas y le soplaron un puyazo cruel. Se venció por el derecho y golpeó la pierna del torero, agradecido como nunca a un pitón romo. Con la muleta un despropósito, ya que el toro dudaba por la derecha mientras que el matador lo hacía por el lado contrario.

El cuarto era ofensivo, bien hecho y con el suficiente trapío como para afligir el ánimo. Esplá ordenó pegarle de firme antes de banderillearlo menos que discretamente, a pesar de lo cual hubo de plantarle cara en el último tercio, aguantando los sobresaltos que suele dar un toro bravo, o sea, lo que las figuras ignoran. Estuvo a la defensiva valiente y listo, aguantó siempre que pudo, pero no llegó a meterse en harina para lograr los instantes de dominio que necesitaba su oponente, el más toro de toda la feria.

Caballero sometió a los espectadores a un tostón que, afortunadamente, tuvo fin. Con el personal en camisón y gorro de dormir salió una sardina sin fuerza, digno epílogo de un espectáculo que sólo interesó a la calculadora.

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