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LA VENTANA DE MILLÁS

Flores

Cuando dejó caer su combinación al suelo, yo ya había encendido el cigarro. Se tumbó en la cama y aspiré por primera vez, tranquilo. Se dio la vuelta y pude verle la cicatriz que cruzaba sus riñones como sonrosadas flores que hablaban de una primavera pasada en un hospital. '¿Quién te hizo eso?', pregunté. 'Ven a la cama y calla'. Apagó la luz. Tumbándome a su lado comencé a acariciarla. Pude adivinar que su cuerpo estaba cruzado por pequeñas cicatrices que lo recorrían por todas partes como ciempiés locos. Asustado, encendí la luz. '¿Qué te pasa?'. La miré descompuesto mientras ella sonreía. '¿Quién te hizo eso?', le pregunté mientras mis ojos se fijaban en la única cicatriz visible, dos filas de florecillas sonrosadas. '¿Cuál de todas?'. Apagué la luz y, si hicimos el amor, fue tratando por mi parte de evitar pensar en ellas. No lo conseguí. Cuando salí del edificio pude notar cómo, por mi espalda, se movía una, o uno.

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