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Mundial 2002

El último reto de 'La Serpiente'

Djorkaeff, de 34 años y a punto de retirarse, 'hará' hoy de Zidane

José Sámano

Djorkaeff pasaba ya de puntillas cuando, de repente se ha tenido que cargar las pilas de nuevo para suplir ni más ni menos que a Zidane. A sus 34 años, anunció hace unos meses que, tras el Mundial, cerraría su carrera internacional. De hecho, su presencia en él no estuvo asegurada hasta el último instante.

Tras un errático paso por el Kaiserslautern, alemán, en el que la única portada que se ganó fue por una orden de arresto al darse a la fuga tras un accidente de tráfico, Djorkaeff decidió cambiar de aires en el último mercado de invierno. Harto de su suplencia en la Bundesliga, decidió firmar con el Bolton, inglés. Su único objetivo era rodarse a la vista de Roger Lemerre, el seleccionador francés,quien le incluyó en la lista con calzador, por razones de peso histórico -es el máximo goleador en activo de Francia: 28 tantos en 80 partidos- y, sobre todo, tras la grave lesión de Pires, el más imaginativo, Zidane aparte.

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Hijo de un defensa internacional francés, Djorkaeff, de origen armenio -en 2000 no pudo ir a Turquía al recibir amenazas relacionadas con sus raíces-, nunca encontró demasiadas facilidades en el fútbol. A los 15 años fue rechazado por el Sochaux y se vio enroscado en el Estrasburgo, en el que jugó en Tercera con 20 años. La cosa no se enderezó hasta que se encontró con Arsène Wenger en el Mónaco. Wenger decidió que la mejor cualidad de Djorkaeff, hasta entonces delantero, era su visión del juego. Tres temporadas después de haber llegado al Principado, no sólo se convirtió en el mejor asistente de Francia, sino que fue pichichi con 20 goles. Por aquellos tiempos, ya maduro, 26 años, consiguió ser titular en la selección. Aimè Jacquet le dio el testigo en un amistoso frente a Italia en Nápoles.

Djorkaeff, al que apodan La Serpiente por el culebreo de su cintura en los mano a mano con los porteros, ha tenido que vivir tras los focos de Zidane. En Francia 98 muchas voces se alzaron en torno a su incompatibilidad. Y ahora, en el partido inaugural del Mundial de su retirada, tendrá que tirar él solo del carro. Porque si algo le falta a Francia es creatividad, luces, en el centro del campo. 'Un jugador como Zidane no puede ser reemplazado. Me da rabia perder al mejor jugador. Ahora todos tendremos que multiplicarnos y ser más solidarios', sostiene Djorkaeff.

En la concentración francesa todos gritan que la baja de Zidane no es el fin del mundo, pero nadie quiere escuchar los precedentes: en los dos últimos amistosos, derrota (1-2) ante Bélgica y apurada victoria (3-2) sobre Corea del Sur.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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