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Crónica:FERIA DE SAN ISIDRO | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una merienda de blancos

Antonio Lorca

Otra figura y otro fiasco. También es casualidad, pero así es la vida. Otra figura y un escándalo de desorbitadas proporciones que pone en entredicho la vergüenza de los taurinos y evidencia la decadencia de esta fiesta de toros. Sólo la buena educación y la paciencia infinita del público de Madrid, evitaron que la protesta acabara en un desorden de imprevisibles consecuencias. Pero lo acontecido ayer en Las Ventas es un despropósito, una estafa, un atraco en toda regla a todo aquel que pasa por taquilla y consigue que otros -toreros, ganaderos, empresarios y taurinos en general- consigan pingües beneficios.

La historia comenzó porque los veterinarios rechazaron los ocho toros presentados por la ganadería de Garcigrande, tan deseada por El Juli. ¿Cómo serían, Dios de mi vida, esos toros con los novillos que se aprueban en esta plaza?.

Lozano-Bañuelos / Morante, De Mora, El Juli

Rechazados en el reconocimiento ocho toros de la ganadería titular de Garcigrande. Tres toros de Lozano Hermanos, 1º, justo de presentación y manso; 3º, un novillo inválido, y 6º, devuelto. Y tres de Antonio Bañuelos, 2º, devuelto; 4º, gordo e inválido, y 6º, devuelto. Sobreros: 2º de El Casillón, mal presentado y manso; 2º sobrero, de Lozano Hermanos, devuelto. En su lugar salió uno de Juan Antonio Ruiz, anovillado e inválido. Morante de la Puebla: pinchazo y estocada (silencio); pinchazo y un descabello (silencio). Eugenio de Mora: dos pinchazos y estocada baja (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio). El Juli: tres pinchazos y media tendida (pitos); media tendida (silencio). Asistieron los duques de Lugo. Plaza de Las Ventas, 22 de mayo. 10ª corrida de feria. Lleno.

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Rechazados los toros anunciados, la empresa comete un segundo atropello. Presenta tres toros de su propia ganadería, el tercero un novillo impropio de una plaza de tercera, y otros tres y un sobrero de dos ganaderías que las deben conocer en sus casas a la hora de comer: Antonio Bañuelos y El Casillón. ¿Dónde está el prestigio de la que se denomina primera plaza del mundo?.

Con semejante material es fácil imaginar lo que ocurrió. Bueno, la verdad es que no ocurrió nada. Una tarde más de decepción, de nula historia, de desencanto. Y si te he visto, no me acuerdo. Porque lo cierto es que si los aficionados fueran algo más de una docena, alguien se vería obligado a adoptar medidas severas. La primera, que Garcigrande nunca debió anunciarse; la segunda, que a El Juli no se le puede permitir que se burle de los espectadores; ni a El Juli, ni a la empresa, ni a la autoridad.

Dicho lo cual, todo fue una merienda de blancos, un contuvernio de familia: De Mora y El Juli son toreros apoderados por los Lozano, que son, a su vez, empresarios de la plaza; y los empresarios, dueños de los toros. Un cruce de intereses que induce a pensar que algo huele mal en toda esta historia. Una merienda de blancos que falta el respeto con descaro a la propia fiesta, a sabiendas de que los espectadores -funcionarios, políticos, ejecutivos, turistas, forasteros, una legión de mujeres guapas, gente de la farándula y famosos de toda índole y condición- volverán mañana a lucirse en Las Ventas con el ánimo renovado, para pedir las orejas.

Así las cosas, el protagonista de la corrida, Julián López El Juli, vivió una tarde negra que ojalá no olvide en mucho tiempo. La gente le pedía toro cuando trapazeaba a su primero, un inválido que, asombrosamente, brindó a la infanta Elena. Como las desgracias nunca vienen solas, el sexto toro, un sobrero también de los Lozano, el mejor presentado de la corrida y demás movilidad, se lesionó una pata tras el tercio de picadores. El escándalo volvió a la plaza hasta que el presidente, de forma antirreglamentaria, ordenó su devolución. Por último, otro sobrero escuálido y sin fuerzas, ante el que El Juli pretendió hacer una gesta que más se pareció a un esperpento. Con el público en contra, puso banderillas con vulgaridad y se arrimó sin sentido en el tercio de muleta para intentar arreglar lo que hacía tiempo que no tenía arreglo. Una tarde absolutamente negra por culpa, entre otros, de una primera figura.

Sus dos compañeros no corrieron mejor suerte. Morante de la Puebla, ausente de la Feria de Abril, se mostró escaso de ánimo e intentó justificarse ante su primero en una lucha perdida de antemano contra la sosería del animal y las molestas rachas de viento. En el otro, de igual condición consiguió algún natural estimable ante un auténtico buey de carretas. Y Eugenio de Mora siguió el mismo camino entre las protestas de un encrespado público. En su primero, anovillado y sin hechuras de toro, tiró de la embestida sin conseguirlo, y desesperó a todos en el quinto, que no podía con su alma. La corrida terminó a las tantas, hizo frío, cayeron cuatro gotas y, sobre todo, quedó la losa de una estafa por la que alguien debería pagar.

El Juli en Las Ventas.
El Juli en Las Ventas.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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