Zidane, un gol de leyenda
El universo futbolístico rinde homenaje a la volea de zurdas del francés, una explosión estética
Equipos de biomecánicos de medio mundo trabajan en estos momentos como locos. Se supone que ya habrán conseguido imágenes digitales del remate, que ya tendrán en sus magnetoscopios los tres segundos mágicos del gol de Zidane, 'el gol de leyenda' que saludaba ayer Le Monde en su primera página.
Su trabajo, el de los biomecánicos, es el de describir, el de explicar, el de tratar de repetir. Medirán la velocidad del balón, la velocidad de la pierna que lo golpea, los grupos musculares implicados en el disparo. Eso lo conseguirán. También explicarán cómo se produjo. La coordinación ojo-objeto; el gesto técnico, que no es potencia ni fuerza, sino movimiento y velocidad. Pero una cosa no lograrán. No conseguirán enseñarlo para que alguien lo repita porque la 'explosión estética' -eso dijo Jorge Valdano- del gol que dio al Madrid la novena fue fruto de la conjunción de la técnica y el arte, de una final de la Copa de Europa, de unas circustancias irrepetibles, objeto de un jugador único.
'Acabamos de intentar montar la jugada para las escuelas de fútbol', decía ayer un técnico de la federación francesa; 'y hemos tenido que empalmar diferentes tomas para lograr ilustrar ese difícil movimiento. Sin embargo, pese a todos nuestros intentos, no alcanzamos la perfección del movimiento de Zidane'. 'Lo que hice', explicó Zidane, 'fue seguir la carrera de Roberto Carlos. Luego vi bien cómo salía el centro, no quité los ojos del balón y lo golpeé de volea, sin reflexionar, sin pensarlo. Pura intuición'.
Y la intuición, como saben los futbolistas, no se puede medir. 'Fue mágico', exclamó Dugarry, amigo de Zidane desde los tiempos del Mónaco y su compañero de habitación con la selección francesa. 'Su movimiento fue magnífico, de una precisión increíble. Y, además, en qué contexto: en una final de la Liga de Campeones'. A lo que Henry, el máximo goleador de la Liga inglesa, añadió: 'Sólo su técnica excepcional le permite ese tipo de gesto. Muy poca gente puede hacerlo'. 'En ese gol hay de todo', dijo Leboeuf, central de la selección francesa; 'el balón salió muy alto, pero se ve que Zidane sabía perfectamente dónde iba a ir. Para marcar un gol así hay que tener grandes dotes técnicas, pero también un gran valor: si lo mandas a las nubes, puedes perder la confianza en ti mismo'.
Pero fue gol y Zidane pasó la última prueba, el desafío que tenía que superar, el gol decisivo y espectacular en una gran final, cuatro años después de sus dos cabezazos a Brasil en la del Mundial 98, para entrar en el círculo más restringido de la historia del fútbol, cerca de los inmortales Cruyff, Beckenbauer, Pelé, Maradona o Di Stéfano, que se consagró 42 años atrás en el mismo césped de Glasgow.
Tanto fue ese gol que, finalmente, Zidane hasta perdió un poco su habitual modestia. 'Sí, no está mal haber ganado con ese gol', concluyó.
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