Humillados y ofendidos
El nuevo concurso de TVE 'El rival más débil' fomenta la vejación pública
La gran novedad del concurso El rival más débil (TVE-1, 19.00) consiste en insultar a los concursantes y comprobar su resistencia a la humillación. Si nos atenemos a lo visto en la primera entrega de este espectáculo psicológico-cultural, el sufrido personal que acude al plató a la caza de unos cientos de euros tiene unas tragaderas similares a los clientes de las Cuevas del Sado. Como maitresse anfitriona del invento actúa Nuria González, un híbrido de señorita Rottenmeier, jefa de Espionaje de la ex República Democrática Alemana y Louis van Gaal, que azota a sus víctimas con el látigo de sus comentarios, a cual más desagradable, y, por tanto, reconfortante a estas pantanosas horas de la tarde.
Pero ella no es la única mala, pese a que reprenda a sus soldados con pullas del tipo: 'Quiero que quede claro que tú eres un cobarde' o '¿Acaso no sabíais que a este programa se viene a responder preguntas y no a fracasar?'. Para hacerlo más competitivo, los concursantes deben rebajarse todavía más y, cual vulgares chivatos de colegio, votar a qué compañero eliminan, en una relectura del sistema de eliminación de Gran Hermano y sus sucedáneos. En el plató, parecido al de Decisión final, predomina el ubicuo color azul y los focos cenitales, un efecto que le da al concursante un aspecto de preso a punto de ser fulminado por un rayo. En su versión televisiva, el sadomasoquismo tiene algo de redundante, ya que, en sí mismos, los teleconcursos ya estaban derivando hacia una forma exhibicionista de degradación.
La novedad, que seguro generará multitud de parodias, tiene un lado perverso. Si resulta imprescindible insultar al personal para mantener la atención del público, ¿qué vendrá después? ¿Azotarlos? ¿Obligarlos a aprenderse de memoria todos los discursos de Rodríguez Zapatero? Aunque, por otro lado, teniendo en cuenta la cantidad de veces que nos insultan sin pagarnos nada a cambio, la posibilidad de sacar tajada de la vejación pública no deja de ser un motivo para la esperanza.
En la versión tailandesa de este mismo programa, calcada del The weakest link, de la BBC, parece ser que la presentadora ha provocado airadas protestas a causa de su tono excesivamente agresivo y vejatorio. No creo que el fenómeno se repita en España. Y menos en estos días, cuando quien más quien menos debe enfrentarse al duro y desagradable trámite de la declaración de la renta. Eso sí que es una tortura.
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