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Crítica:TEATRO | 'UN BUSTO PARA EL CUERPO'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Senos: ¿grandes o pequeños?

Tres mujeres de distintas edades: una madre, su hija, la amiga joven de la madre. Tres hombres invisibles, o más bien representados por el muñeco Bibendum (al que aquí llamamos erróneamente Michelin, por la marca que anuncia, y ha quedado en nuestro idioma la palabra michelines, también significativa para esta acción), pero cuyas opciones se tienen en cuenta. Por lo alto, la duda que plantea la comedia ligera es la de si uno -una- es propietario de su cuerpo; si puede modelarlo a su gusto. Una idea contemporánea, que aparece continuamente en estos días en manifestaciones más bien contra la cirugía estética: aparentemente, por los riesgos ocasionales de las operaciones, pero, en el fondo, como una protesta disimulada con esta disconformidad con la naturaleza. En lo inmediato, la situación se plantea como un asunto de tetas, pechos, senos, busto, que de las cuatro maneras se nombran en la obra, además de metáforas abundantes, y hasta en alusiones del mobiliario que decora la escena. Una de ellas, la mediana, plantea operárselos para añadir quizá algo de silicona, u otra sustancia que agrande sus cosas; las otras dos lo rebaten. Quizá desde puntos de vista generacionales, quizá desde su conformidad. A mí me parecen estupendos los que se muestran -la mayor y la menor- y, en general me gustan todos, como el espectador de vida a que estoy reducido, y sobre todo la diversidad, la variedad. Así como la diferencia entre huellas dactilares me molesta, por lo que supone de persecución policial, en la de los senos me parece ver, como Calisto ante Melibea, la grandeza de Dios. Pero éste es otro asunto. El mío personal se aproxima más al de Fausto, pero ya supe que era un error. La obra: al final, las tres se operan -más grandes, más pequeñas: quedan iguales que antes-, aunque el problema se siga planteando. La comedia tiene a favor de su nadería el dialogo suelto y vivo de Ernesto Caballero, el desparpajo de las actrices y, sobre todo, que reconozcan el tema como propio los espectadores -sobre todo, las espectadoras-, mayoritariamente jóvenes en esa sala. Como ajeno a la situación, la ventaja que veo es que la obra es corta. Pero los que más o menos se sienten afectados en sus conversaciones diarias o sus luchas contra sus propios cuerpos encuentran muchos motivos de risa y aplausos.

Un busto para el cuerpo

De Ernesto Caballero. Intérpretes: Rosa Savoini o Ascen López, Amparo Vega, Inge Martín. Escenografía: Garaialde y Sánchez. Iluminación: Miguel Ángel Camacho. Dirección: Ernesto Caballero. Teatro Alfil. Madrid.

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