Raúl López ha vuelto
Está de enhorabuena el Madrid. Y los Utah Jazz, seguramente, también.Tras una temporada repleta de vaivenes, a ratos tormentosa, en la que ha coleccionado cicatrices, el conjunto blanco puede mirar con buen gesto el futuro. Porque, aun con sus defectos habituales, es de nuevo un equipo ágil, valiente e imaginativo. Sufrirá, seguro, como sufrió ayer hasta decir basta. Pero es otro equipo. La explicación a ese lavado de cara se dice pronto: ha vuelto Raúl López. Ha vuelto la alegría.
La resistencia de Estudiantes convirtió un partido que por momentos se antojaba de una sola dirección en un partidazo. Tanto aguantó los arreones de su rival, que a cuatro segundos del final el Madrid sólo ganaba por dos. Y eso que Estudiantes había perdido buena parte de su crédito desde la línea de tiros libres.Se llegó a ese extremo porque es el colegial un equipo al que le va la heroica. 78-76 ganaba el Madrid y Patterson tenía dos tiros libres. Empató el partido. Se lanzó a todo trapo Raúl López en lucha contra el tiempo y Jiménez cometió un error garrafal, al llegar tarde en su presión. Se fue Raúl a la línea de tiros libres, falló el primero, pero no el segundo. Ahí murió el partido y ahí murió el arrojo de un Estudiantes admirable.
REAL MADRID 79| ESTUDIANTES 78
Real Madrid: Raúl López (15), Herreros (5), Iturbe (2), Tabak (11), Tarlac (19); Struelens (10), Attruia (8), Vukcevic (7), Lucio Angulo, Alberto Angulo y Hernández-Sonseca (2). Estudiantes: Azofra (8), Jasen (10), Jiménez (13), Patterson (18), Alfonso Reyes (10); Garnett (13), Felipe Reyes (2) y Gonzalo Martínez (4). Árbitros: Mitjana, Hierrezuelo y Bultó. Unos 4.600 espectaodores en el Saporta.
A toda velocidad gobernó Raúl López el partido mientras las fuerzas se lo permitieron. Decidió Scariolo al inicio del segundo cuarto prescindir de él, sería por aquello del cansancio, y apareció Attruia en escena dado que Djordjevic, en otra prueba de que está prohibido que en el Madrid no haya algún lesionado, estaba vestido de paisano. El caso es que el primer balón que tocó Attruia, lo perdió; el segundo lo mandó al rostro de Iturbe y el tercero lo escupió la canasta tras una bandeja fácil.
Mejoró Attruia su aportación, peor no podía hacerlo, pero Estudiantes no bajó los brazos y aceptó el ritmo frenético que le ofrecía su rival. Acudía Alfonso Reyes a pelear un rebote bajo la canasta rival y salía escaldado. Lejos de arrugarse, acudía de nuevo. Así una y otra vez. El sentido común de Azofra y el empecinamiento de Jiménez y del mayor de los Reyes, su hermano apenas duró un rato en la pista por una lesión, impidieron que el Madrid rematara la faena.
Pero el partido, pese al admirable empeño de Estudiantes, siempre fue de una sola dirección. Al equipo colegial le fue imposible detener bajo su aro a tipos como Tarlac o Struelens, que se dio el lujo de atrapar seis rebotes de ataque. Y como resulta que esto de la inspiración resulta a veces contagioso, los que hasta el Saporta acudieron pudieron contemplar lo nunca visto, una de las jugadas del año. La protagonizó Vukcevic, tan dormido, tan decepcionante, tan gris toda la temporada. Pero el hombre robó un balón bajo su propia canasta, dribló a un rival dándose la vuelta sobre sí mismo y voló para, con Patterson, que le saca una cabeza, delante de él, ejecutar un mate a una sola mano de concurso. Todo le salía al Madrid por entonces, pero Estudiantes dijo que nones. Así que se llegó al último minuto con el marcador en un puño y ahí volvió a aparecer Raúl López, que ha vuelto a escena de forma estruendosa, para volver a dibujar una sonrisa en el rostro del Madrid.
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