Toreo de repetición
El pensamiento único, la falta de pensamiento, ha alcanzado también a la fiesta, en la que todos los diestros torean igual, más bien no torean, y el toro único se repite hasta decir basta.
Sólo Dávila Miura, en el sexto, se salvó de la quema, al torearlo por bajo dándole distancia en cuatro series con la derecha, despegadas y mandonas; los naturales, naturalmente, hacia afuera, y las orejas, como todas las de la tarde, vejatorias e inadecuadas. En el tercero sólo pudo dominar el peligro que en forma de cabeceo y de coladas le oponía su enemigo en una serie por la derecha; lo demás quedó en tirones hacia afuera.
Joselito -le viene grande el diminutivo- volvió a salir vestido de aflicción y oro. Capote poco forrado de vueltas malvas para que vuele mejor en los desarmes y muleta manejada con un atlético juego de piernas, entre respingos, pisotones, enganches y sobresaltos, todo ello con el toro a su aire y el torero falto de él. El cuarto se despitorró el cuerno izquierdo, justo el lado por el que Arroyo hizo ademán de querer torear. Tuvo el detalle de matar ambos toros por los bajos.
Jandilla / Joselito, Rivera, Dávila
Toros de Jandilla, violentos y con genio; el 1º, sobrero. Joselito: estocada perpendicular y baja (ovación); tres pinchazos, sartenazo (pitos). Rivera Ordóñez: pinchazo (ovación); estocada honda -aviso- (oreja). Dávila Miura: media tendida caída (oreja); estocada tendida -aviso- (dos orejas). Plaza de Jerez, 9 de mayo. 3ª de abono. Más de media entrada.
Rivera ha ingresado en la UVI que regenta José Luis Segura, más bien unidad de resurrección, a juzgar por cómo le llegan los enfermos. En el segundo estuvo afanoso con la derecha y toreando al antinatural con la zurda, ya que antinaturales eran cite, recorrido y remate. También fue antinatural la estocada que, de pinchazo, pasó a casi entera. Salió toreando de rodillas por largas cambiadas al quinto y derrochó voluntad hasta ahogar al toro y las expectativas de la parte del público que las tuviera.
Los toros de Jandilla, bien presentados a pesar de los pitones, naturalmente rectificados a la baja, sacaron genio y brusquedad, defectos que no fueron generalmente corregidos por una torería que anduvo atribulada y con mala cara. Por mucho que se hable del monoencaste y del pensamiento único, no se debería poder hablar del monotorero, y mucho menos de esa forma de torear repetitiva que consiste en coger la muleta siempre con la derecha, enhebrar la embestida siempre con el pico y llevarla hasta la línea del horizonte, siempre hacia afuera para rematar de no se sabe bien qué manera, no se sabe bien qué pase. Lo del presidente, en la concesión de trofeos, de risa o, tal vez, para llorar.
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