Espíritu de fiesta

Como una auténtica jabata, Rosana decidió desafiar a la inesperada cortina de lluvia que durante dos días había anegado de modo asquerosamente intermitente ese hermosísimo paraje casi del todo natural que es la isla de Hierro. Rosana desafió a los ríos de agua que caían del cielo y el reto casi le cuesta un equipo de sonido nuevo. Se estuvo a un tanto así de que el esfuerzo de esta presentación del espectáculo de su gira veraniega resultase baldío. Pero la tozudez pudo más que la prudencia y así los asistentes pudieron disfrutar de lo que Rosana va a llevar este verano a las carreteras: escenografía bonita, con módulos blancos en los que se recorta esa luna en cuarto creciente o menguante que ya forma parte de la simbología de la compositora canaria; buen diseño de luces y, sobre todo, una numerosa banda y la apuesta por un sonido más guitarrero y de cierta dureza eléctrica. La apuesta es sugerente y ayuda más al baile y el sentimiento de fiesta que Rosana propone con un repertorio en el que se trenzan hasta 27 temas pertenecientes a sus tres álbumes hasta la fecha; todos ellos conocidos y celebrados por el público; todos susceptibles de ese espíritu de fiesta mayor que hay que ofrecer en verano.

Rosana se bajó del escenario para cantar Sin miedo y no tuvo reparo en exhibir una bandera con el lazo verde que simboliza la lucha de los naturales de la isla contra el Ministerio de Defensa por su plan para instalar en El Hierro un potente radar. Estuvo con todos, feliz y un poco afónica por el aguacero recibido. Pese a lo accidentado del debú, Rosana saldó de manera positiva su examen para este verano: su espectáculo está, efectivamente, a la altura exigible.