Electrónica ultrabaratay ley de Moore
El profesor Subramanian investigaun material orgánico sintético con propiedades electrónicas
VIVEK SUBRAMANIAN desarrolla semiconductores orgánicos (con base de carbón en lugar de silicio) con un doble objetivo: eliminar las colas en los supermercados y prolongar la vida de la Ley de Moore, según la cual la potencia de los microprocesadores se duplica cada 18 meses.
Para eliminar la cola frente a las cajas de los supermercados, la idea del Dr. Subramanian es que cada producto empaquetado venga con una identificación capaz de comunicar a corta distancia. Bastaría entonces pasar por debajo de un arco tipo detector de metal para registrar la mercancía y recibir la cuenta. La identificación de los productos se hace hoy con los códigos de barras. La comunicación directa requiere de un semiconductor. 'Un problema de costos integrados', estima Subramanian. El hombre está convencido de que todo lo que cueste más de 10 centavos de dólar 'es demasiado caro para una lata de sopa que vale 50. Debemos encontrar algo por menos de un centavo'.
El profesor de informática persigue un doble objetivo: eliminar las colas en los supermercados y prolongar la vida de la Ley de Moore
Partiendo de tal análisis económico, este profesor del Departamento de Ingeniería Eléctrica e Informática de la Universidad de Berkeley (California), decidió investigar lo que él denomina Electrónica ultrabarata y desarrollar un material orgánico sintético con propiedades electrónicas que se imprima sobre las envolturas. El material debe tener una frecuencia radio identificable, lo que plantea un problema de energía. Para resolverlo, Subramanian y su equipo han imaginado mandar 'una señal radio al circuito que la usa como fuente de poder y que permite leer la información que contiene'. El invento funciona pero falta aumentar la velocidad de procesamiento de los circuitos. El material orgánico reacciona de manera distinta a las diferentes moléculas con las que entra en contacto: 'Por ejemplo, podemos controlar el contenido de gas de una botella de leche y saber si está a punto de fermentar'.
Además de reducir el tiempo de espera en las colas (y de paso la mano de obra), permite controlar el inventario, y hasta bajar el precio de los productos que están a punto de caducar. Los retos son considerables. Los circuitos orgánicos se deterioran al contacto con el aire y requieren una capa protectora. Por otro lado, deben ser lavables (en el caso de una botella reciclable).
Subramanian piensa que los sub-componentes estarán listos en dos años y el material en menos de diez. Luego 'habrá que franquear la barrera de la infraestructura', algo más complejo. Los supermercados tendrán que equiparse con arcos de detección y antenas; la adopción de nuevos estándares de identificación es indispensable y no podemos olvidar un problema de contaminación: 'Algunos de los componentes desarrollados son tóxicos'.
Comparado con esto, la prorrogación de la ley de Moore, cuya caducidad está prevista para dentro de 25 años, parece un juego de niños. Subramanian quiere aprovechar la electrónica orgánica. 'Si conseguimos que cada parte de un transistor exista dentro de una molécula única, el rendimiento debería de aumentar drásticamente'. Para lograrlo usa uno de los principios fundamentales de la nanotecnología de hoy: el auto-asemblaje. En menos de un año su equipo piensa producir transistores de menos de 20 nanómetros, el umbral establecido para la nanotecnología.
Por extraña que parezca la investigación, la electrónica orgánica ya es una realidad comercial. Un modelo de radiocassette cuya pantallita tiene componentes orgánicos. Con el mercado de los teléfonos móviles, 'las pantallas son la fuerza motriz de la electrónica orgánica'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.