'Mi obra parece suspendida en el espacio'
Al pintor Enrique Brinckmann (Málaga, 1938), la simplificación de su estilo le ha llevado por primera vez a un concepto común de cuadros y grabados. 'Los últimos óleos los estoy pintando sobre mallas de acero, que después monto sobre un metacrilato separado de la pared. La pintura parece suspendida en el espacio', señala.
Brinckmann acaba de terminar una serie de 20 grabados, titulada Elogio del amanuense, que se expondrá en Madrid a finales de este año. 'Todo tiene que ver con la escritura', afirma el autor. Las planchas están estampadas sobre legajos antiguos (del siglo XVII) escritos a mano sobre papel indio de fibra. 'Son legajos de tres, seis y hasta 80 hojas, con lo que cada grabado es un original', porque tiene como soporte una caligrafía diferente. Los textos antiguos son difíciles de leer, pero se trata de testamentarías y actas de venta de fincas. 'Los motivos de la obra son también textos, a veces de máquina de escribir, traspasados a la plancha. Otras veces son puntos y signos, que buscan el contraste entre lo nuevo y lo antiguo'.
En cuanto a los cuadros, se trata de obras de mediano formato, de 1.20 por 1.00. La tela de acero, de una sola capa, ha sustituido a las de hierro que ha utilizado Brinckmann en el pasado. 'Se tensa mejor, da una sensación muy trasparente, con un juego de intersecciones de agujeros y líneas, que con las manchas de color dan un efecto parecido al de un grabado'. El tradicional acabado perfeccionista y el dibujo depurado de formas disueltas son cada vez más minimalistas. Como materia, el autor utiliza el óleo, al que añade marmolina para conseguir un empastado con más cuerpo. Unos trazos de grafito y muchos agujeros sirven de soporte estético a un espacio que se ordena sobre cuatro o cinco colores.
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