El pionero, a las puertas del Salón de la Fama estadounidense
Pedro Ferrándiz, honrado tras 59 años dedicado al baloncesto
Pedro Ferrandiz (Alicante, 1928) manosea con sus pequeños dedos un disco compacto con los grandes éxitos de Lucho Gatica. La luz del mediodía entra por los ventanales de su despacho e ilumina el metal de su colección de medallas (por ejemplo, la Orden olímpica), se refleja en las formas redondas de sus trofeos y copas (cuatro de campeón de Europa y 13 de Liga como entrenador del Real Madrid), enciende los recuerdos distribuidos por las estanterías y revela las fotografías, en blanco y negro y en color, en las que estrecha la mano de algún personaje poderoso. Una colección única, 'Tengo de todo', que puede ampliarse con el último reconocimiento que falta en su relación de honores: entrar en el Salón de la Fama del baloncesto norteamericano. 'Sólo me falta eso. Estoy nominado y el 5 de junio se decidirá. Es un honor, porque hay que pasar por muchos filtros. Ahora tiene que decidir el comité. Es el reconocimiento de toda una vida al servicio del baloncesto, una culminación'. Un reconocimiento que sólo ha obtenido, hasta el momento, un español, el fallecido Antonio Díaz Miguel.
Pedro Ferrándiz tiene 74 años. Hace 59, cuando tenía 15, vio su primer partido de baloncesto. 'Fue como la revelación de Damasco', recuerda con los ojos muy abiertos y las manos extendidas. Empezó a jugar como alero en el Antorcha, de Alicante, pero lo dejó muy pronto 'porque era malísimo'. El encontronazo con su verdadera vocación le llegó mientras hacía la mili en infantería en 1948. Necesitaban un entrenador y el joven Ferrandiz, hijo de un vendedor de pipas, dio un paso al frente. Él se haría cargo. Además de jugar al baloncesto, boxeaba, practicaba el hockey y era 'un loco del fútbol'. También trabajaba como botones de una sastrería. Su suerte cambió cuando decidió marchar a Madrid como funcionario en la Organización Sindical. Poco después, en 1955, Raimundo Saporta le confió las categorías infantiles del Madrid de baloncesto. La carrera de Ferrandiz despegaba
Americanos
'Fui el primer español que cruzó el charco para tener contactos. Soy conocido tanto en la NBA como en la liga universitaria. Amigo de Dean Smith o Lou Carnesecca', rememora con un punto de reivindicación. 'Yo fui el pionero en traer americanos a España, antes se llevaban los puertorriqueños', explica y por su boca fluyen los míticos Luyk o Brabender. 'Yo iba todos los años a EEUU. También me llamaban los entrenadores para recomendarme chicos. Eso nos permitió llegar a la cúspide en Europa', comenta. Y es que el Madrid, su Madrid, consiguió derrotar al todopoderoso TSSKA de Moscú y reinar en Europa.
Ferrándiz vive ahora rodeado de reliquias del deporte al que ha dedicado su vida. La fundación que lleva su nombre acoge 'la mejor colección de libros sobre baloncesto'. Pasea como un niño rodeado de sus juguetes entre los valiosos objetos del museo. 'Ves, este es el primer balón que se fabricó con válvula, es de 1920', dice regateando una columna y señalando una pelota enjaulada en una vitrina. La fundación ocupa todo su tiempo. Llega pronto a su despacho y luego se pasa allí 'todo el día', confiesa .
Ferrándiz dejó de entrenar en 1975, después de haber dirigido a la selección española. Después, fue directivo del Real Madrid en diversas etapas. 'No echo de menos entrenar. Estuve ocho años sin ver baloncesto porque me dediqué al golf. Luego me olvidé del golf porque perdía las apuestas con los amigos'. Ahora le aguarda una apuesta final, la de descerrajar la última puerta a la posteridad que le falta traspasar. El cinco de junio, Ferrándiz, puede 'culminar una carrera histórica'.
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