Seguimos de enhorabuena

Seguimos de enhorabuena, y muchos todavía sin saberlo: Perico Sambeat se encuentra en la élite de saxofonistas del mundo. Después de rebobinar siglos para incrustar su saxo en los cantos polifónicos antiguos y de remontarse todavía más en el tiempo en compañía de los músicos africanos del grupo Gnawa Alfein, Sambeat se presentaba esta vez en onda jazzística medular, al frente de una magnífica banda que le transportó a los paisajes de sus primeros pasos. Onda afroamericana central, sin distinción entre costas. Según se prefiera, su sexteto hizo cool californiano metido en farra o jazz neoyorquino en horas de relax.

Tal equilibrio asomó ya desde la primera pieza, Epicuro, surgida casi de la nada y culminada en plenitud tímbrica y dinámica, pero se sublimó en el popurrí monkiano que siguió. Los arreglos de Sambeat se las ingeniaron para retratar tres humores sin cambiar el gesto: el romántico en Crepuscule with Nellie, el lunático en Brilliant corners y el egocéntrico en Thelonious. Concluido el perfil psicológico, el valenciano refrendó su talento para la composición en una especie de suite de carácter incidental inspirada en un cuento, rebosante de texturas fantásticas. Una sección rítmica atenta y una enérgica pareja de metales protegieron celosamente la calidad de la escritura.