A merced del toro y los taurinos
Los tres integrantes de la terna estuvieron toda la tarde a merced de los toros; unas veces, por causas imputables a su falta de recursos, su inexperiencia o su sentido heterodoxo del arte del torear; otras, por las malas intenciones de una corrida perteneciente a un hierro antaño bravo, pero contagiado ahora de la degradación general del toro.
Los toreros no triunfaron. Los toreros pasaron algunos malos ratos que no olvidarán fácilmente, como en los casos de El Cordobés y El Califa, a los que sólo un milagro ha impedido que acabaran en el hule.
Pereo no sería justo cebarse con su mala tarde. Son unos humildes y respetables trabajadores del toreo a los que los empresarios taurinos pasarán factura con corridas más duras y emolumentos muchos más bajos que los de ayer. El Cordobés, Padilla y El Califa no mandan en el toreo, no imponen corridas impresentables, y se las tienen que ver cada tarde con la más fea, con los toros más imponentes, los que las figuras sólo ven en fotos.
Guardiola / El Cordobés, Padilla, El Califa
Toros de Guardiola, -tres fueron rechazados en el reconocimiento-, bien presentados a excepción del primero, muy justo; mansurrones, descastados y aplomados; segundo y tercero, broncos y violentos. Manuel Díaz El Cordobés: estocada tendida (silencio); bajonazo (ovación). Juan José Padilla: cuatro pinchazos y un descabello (silencio); cuatro pinchazos y un descabello (silencio). José Pacheco El Califa: pinchazo, estocada y un descabello (silencio); pinchazo, -aviso-, media baja (silencio). Plaza de la Maestranza. 19 de abril. 16ª corrida de abono. Lleno de 'no hay billetes'. Asistió el Príncipe de Asturias.
Por tanto, y para empezar, respeto para tres toreros que pasan muchos miedos y ganan pocos dineros. Pero junto al ánimo, la verdad se abre paso: con tardes como las de ayer, su situación no cambiará.
Inexplicablemente, El Cordobés resultó ileso después de tres impresionantes volteretas, dos de ellas en su primero. El torero no está en buen momento. El sitio lo tiene perdido. No le acompaña la técnica y parece que tampoco la ilusíón. Su toreo es muy vulgar y transmite inseguridad. Su primero, soso y muy descastado, lo prendió sin consecuencias al iniciar un pase de pecho y al citar para un derechazo, y su labor fue tediosa y desordenada. Lanceó muy bien a la verónica al cuarto, inició la faena de muleta por estatuarios y, al tercero, lo cogió por el costado derecho y lo arrinconó contra las tablas. El toro era muy violento y El Cordobés acabó con el calvario con un bajonazo infame que el público aplaudió inexplicablemente.
Padilla es un torero atolondrado, basto, excéntrico, heterodoxo y valiente. Tampoco pudo demostrar nada. Recibió a su primero con una larga cambiada, lo veroniqueó como Dios le dio a entender, lo banderilleó mal y no pudo hacer nada en la muleta porque el toro era un marmolillo. Exactamente igual que el quinto, al que toreó muy despegado y sin clase.
Y El Califa debutó con mala fortuna. El violento tercero lo descentró. Las inciertas embestidas no permitían confianzas. El noblote sexto lo dejó sin argumentos. Rectificó en cada pase la posición, desvió siempre hacia fuera la embestida, y así no es posible el toreo. A los tres les pasará factura la tarde sevillana.
¿Y el ganadero? El virus de la decadencia también se ha establecido en el cerrado de Guardiola.Toros sin fuelle, mansurrones, aplomados, muy blandos y muy descastados; y dos de ellos buscaban con saña la femoral de los toreros. Se acabó por el momento el toro desafiante, el toro bravo y codicioso, el toro emocionante de Guardiola. Se ha impuesto el buey de carreta.
Esta fiesta es una ruina.
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