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Entrevista:ISABEL GARCÍA MARCOS | Portavoz del PSOE en Marbella

'Hubo un tiempo en que claudicamos ante la justicia'

Tras casi siete años luchando contra Jesús Gil en los tribunales, esta médico salmantina acaba de ganar su primera gran batalla. Ahora cuenta los entresijos de una contienda judicial que ha concluido con la inhabilitación de Gil.

Pregunta. Ustedes han presentado decenas de denuncias contra Gil, y ésta es su primera victoria. Han tenido que insistir mucho.

R. Sí, pero en 1991 ya sabíamos lo que se ocultaba detrás de la forma de gobernar de Gil. En 1992 presentamos una querella por el caso Aquagest. Estaba tan fundamentada que nos sorprendió que la archivara la entonces jueza decana de Marbella, Pilar Ramírez. Nos sorprendió aún más que la Audiencia Provincial ante nuestro recurso volviera a archivar, aún cuando reconocía que se habían cometido irregularidades. Por otros asuntos empezamos a darnos cuenta de que el entramado de Gil iba más allá de lo político y se extendía a la justicia. Lo seguimos intentando, pero por la vía penal nos estrellábamos una y otra vez. Hubo un tiempo en que claudicamos ante la justicia y nos dedicamos a hacer denuncias públicas. En una de aquéllas recibí una llamada de la Fiscalía Anticorrupción, porque habían leído en EL PAÍS un asunto relativo al Atlético de Madrid y me demandaban que aportara las pruebas porque podía haber delitos de corrupción.

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P. ¿Eso le devolvió la fe?

R. Eso me devolvió cierta fe, así que pedí una cita con el fiscal jefe Anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo, y me llevé un informe escrito de lo que estaba pasando en Marbella y tres ejemplos en forma de denuncias con las pruebas que yo tenía. Uno era el caso Sermosa, un caso clarísimo de enriquecimiento de Gil; otro era el caso de las camisetas, donde había una desviación de fondos a una sociedad de Gil; y el caso Sierra Blanca, donde se producía el enriquecimiento de una persona de la confianza de Gil; Pedro Román. Todo eso se lo expuse al fiscal y le dije quería presentar estas tres denuncias.

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P. Y ahí empezó verdaderamente todo.

R. Esto se produjo en 1996 y tantos años después reconozco que sin la existencia de la Fiscalía Anticorrupción o sin la existencia de jueces como Santiago Torres, que pese a las presiones, amenazas, coacciones y pese a la falta de respaldo de los profesionales, como es el caso del Consejo General del Poder Judicial, no habríamos salido nunca del atolladero, porque la justicia ha estado durante muchos años intervenida por el poder de Gil.

P. En un ayuntamiento tan opaco como Marbella habrá sido difícil encontrar pruebas.

R. Nada fácil, porque teníamos las puertas absolutamente cerradas. Gil firmó un decreto dirigido a todos los funcionarios, que algunos incluso enmarcaron, prohibiendo taxativamente que se nos entregara ninguna documentación. Lo que ocurre es que ese largo periodo donde la justicia no actuaba, ni siquiera la Fiscalía Provincial, hizo que Gil bajara las defensas, y que a veces llegara algo a nuestras manos. Poco. A veces hemos tardado un año en recibir un documento que teníamos solicitado por escrito, y cuando llegaba siempre era casualmente. Por eso se ha tardado tanto, y eso explica por qué Gil adopta un determinado talante político. La opacidad, el poder totalitario, es el mejor cómplice de los gobiernos corruptos.

P. Las personas que facilitaron las pruebas habrán corrido riesgos.

R. Muchísimos riesgos.

P. ¿Le consta que se hayan tomado medidas contra ellas?

R. Sí. A veces incluso erróneamente. El interventor municipal fue represaliado por pasarnos información, cosa que no ha sido nunca cierta, y respecto al resto del personal, el hecho de dirigirnos la palabra o darnos los buenos días era suficiente para que un funcionario fuera represaliado. Cualquiera de esas cosas los convertía en sospechosos.

P. ¿Usted ha recibido alguna presión o amenaza?

R. Sí. A lo largo de estos años he recibido multitud de amenazas, pero las que más temor me han producido han sido las que no se han formulado públicamente; cuando se recibían llamadas telefónicas o cuando dos personas en la calle me decían que venían de parte de Gil y que iban a matarme. Pero de lo mío se ha sabido. Ahora, a medida que ese miedo está desapareciendo, hay personas que te cuentan su experiencia y te quedas horrorizado, y comprendes porqué la población de Marbella ha permanecido callada. Realmente las represalias han existido y se ha atentado no sólo contra la libertad de las personas, sino contra sus fuentes de ingresos, contra las de sus hijos... Se ha vivido un periodo de excepción donde la peor parte la han llevado los ciudadanos anónimos.

P. ¿Su lucha le ha reportado algún coste en el plano personal?

R. Yo he tenido que mantener la doble domiciliación. En muchos momentos me resultaba imposible tener un domicilio en Marbella, porque a lo largo de estos años he estado permanentemente vigilada y perseguida. Eso supone una carga y un alejamiento de la población, pero la distancia era lo único que me protegía. Y para mi hija esto ha tenido como repercusión el no haber podido vivir en Marbella durante todos estos años, porque ella también fue amenazada.

P. ¿Pensó en abandonar?

R. Ahora es un buen momento para hacer balance, y creo que lo que me ha sostenido en una lucha que para muchos puede no haber tenido sentido son esos principios democráticos que, porque creemos garantizados en algunos foros, se desprecian. Eso debía estar por encima incluso de mi miedo o de mi peor calidad de vida. Sabía que teníamos una deuda con los que los pelearon, y tenía tan claro que merecía la pena luchar que no podía comprender cómo los demás no lo hacían, o al menos por qué no me daban suficiente apoyo.

P. Y ahora ha llegado el momento del reconocimiento.

R. Pues parece que sí. Quizá necesitaban ver una sentencia judicial que dijera que aquellos que hemos estado desde el principio luchando por estas cosas llevábamos razón. Eso me da miedo, porque si necesitamos sentencias judiciales para darnos cuenta de cuándo están en peligro cosas tan grandes, algo no va bien.

P. ¿Ha hablado con el partido de su posible candidatura?

R. Es pronto. Existe un calendario con unas fechas establecidas. Yo sí he manifestado mi voluntad de volver a presentarme, y ellos dirán si lo creen conveniente en su momento.

P. En todo caso, candidata sólo si tiene el apoyo que exige.

R. Ésa es una condición obligatoria porque Marbella tiene un potencial extraordinario, pero ha quedado en una situación lamentable tras el paso de las hordas de Gil. Si no colaboran las instituciones y la población, será difícil salir del agujero económico y de equipamientos, y Marbella tiene derecho a exigir que se le den las respuestas que necesita una ciudad que puede liderar el futuro turístico de Andalucía.

P. Eso si Gil no logra seguir gobernando en la sombra.

R. Eso es imposible. Gil no puede elegir entre mandar y no mandar. El Supremo lo ha decidido por él. Está inhabilitado, de manera que no se podrá presentar a las elecciones. Se podrá presentar su partido político. No sabemos si lo hará o no, pero les auguro mal futuro. Los principios básicos del GIL han sido condenados por el Supremo. Son comportamientos propios de formas de gobernar corruptas, y yo creo que en Marbella la gente ya está muy cansada de corrupción.

P. También es difícil que alguien que gane unas elecciones se deje manejar.

R. Para eso no hay que esperar a las elecciones. Creo que el equipo de gobierno, las tres primeras veces cuando Gil llame para dar instrucciones pueden aceptarlas, pero a la cuarta seguramente ni siquiera le cojan el teléfono, porque cuando el alcalde sea consciente de que la única firma que vale es la suya y que Gil no es nada políticamente, posiblemente no le haga caso. Cuando se pierde el poder, se pierde.

P. ¿Usted salva algo de lo que ha hecho Gil en Marbella?

R. Sí, creo que sí. Me pareció bien la limpieza, pero no que contratara la empresa Segema y después no le pagara. Gil ha hecho alguna cosa buena, pero siempre se ha confundido en las formas y siempre nos ha querido engañar en el coste. No ha conseguido aprender que en democracia el fin no justifica los medios.

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