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COYUNTURA NACIONAL
Columna
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Peligros inflacionistas

Los lectores asiduos a esta columna quizá recuerden las previsiones de inflación que les presentaba a comienzos de noviembre último a partir del último dato del IPC conocido entonces, que era el del mes de septiembre, con una tasa interanual del 3,4%. En síntesis, dichas previsiones eran que terminaría el año 2001 en el 2,7% y que continuaría la tendencia descendente hasta el entorno del 2% a mediados del año actual, para posteriormente repuntar de nuevo en la segunda mitad hasta el 2,5% a final del año. Hasta diciembre último la previsión se cumplió con la precisión de un reloj suizo, pero desde entonces los datos han venido situándose sistemáticamente por encima. Para marzo, aquella previsión daba un 2,4%, pero la cifra real ha sido un 3,1%. Parece, pues, que un año más tenemos que despedirnos del objetivo oficial de colocar nuestra inflación en el entorno del 2%.

La inflación de los servicios requiere reformas más efectivas de las que dicen estar llevándose a cabo

Las causas de esta desviación son de diverso orden. Dos décimas obedecen a las subidas de impuestos llevadas a cabo en enero. Otras dos décimas, al repunte de los precios de los productos energéticos, especialmente en marzo. El resto, es decir, tres décimas, cabe atribuirlas a la resistencia de los precios de los servicios a desacelerarse.

Los datos de marzo reflejan perfectamente este desigual comportamiento de la inflación según sectores. El aumento mensual del IPC total fue del 0,8%, igual que en el mismo mes del año anterior, una vez corregidos los datos publicados en su día para incluir el efecto de las rebajas, por lo que la tasa interanual se mantuvo al mismo nivel que en febrero, un 3,1%. Al excluir los productos energéticos, cuyos precios aumentaron un 1,9% mensual, y los alimentos sin elaborar, la llamada inflación subyacente se comportó mejor, reduciéndose dos décimas, hasta el 3,5%. Esto permite calificar de relativamente buenos los datos de este mes.

Ahora bien, los dos componentes principales de la inflación subyacente se comportaron de muy diferente manera. La inflación de los bienes industriales no energéticos se desaceleró ocho décimas, hasta el 1,9%, lo que en parte puede estar reflejando el debilitamiento de la demanda de estos productos. En cambio, la de los servicios se aceleró cuatro décimas, hasta el 4,8%. Bien es cierto que este fuerte aumento debería anularse en el próximo mes de abril, pues se explica por el adelanto este año de la Semana Santa al mes de marzo, lo que ha originado que las usuales revisiones de precios de los servicios turísticos asociadas a estas fechas se hayan producido este año en marzo en vez de en abril. Pero aun así, la cifra quedará bastante por encima de la que prevalecía cuando se hicieron las previsiones comentadas.

La resistencia de la inflación de los servicios a moderarse hunde sus raíces en el entramado institucional y estructural de formación de los precios y salarios en nuestro país, que requiere reformas más efectivas y rápidas de las que dicen estar llevándose a cabo. Éstos son los viejos peligros inflacionistas, cuya falta de solución va mermando nuestra competitividad y el potencial de crecimiento. Los nuevos vienen dados por el repunte de los precios de la energía. Entre unos y otros, va a ser difícil de nuevo que la inflación termine el año por debajo del 3%.

ECONOMÍA / COYUNTURA NACIONAL

ECONOMÍA / COYUNTURA NACIONAL

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).

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