Correo electrónico
En el correo electrónico te encuentras normalmente con temas de interés, y siempre con información actualizada. Joaquín Estefanía, que nos ilustró en la interesante conferencia que impartió en el Club de Encuentro Manuel Broseta, con motivo de la presentación de su más reciente libro sobre la globalización, incidió en este último punto aludiendo a las inmensas posibilidades que se abren en el intercambio instantáneo de información para superar las injusticias sociales. La proliferación de mensajes recibidos y remitidos tratando de paralizar la lapidación de Safiya puede ser un ejemplo de ello.
Así, también hace unos días, al abrir mi correo me encuentro con noticias remitidas por amigos argentinos que rememoran la gravedad de la situación de su país, encontrando su inspiración en el cuadro de Theodore Gericault La balsa de la Medusa, que conmovió a Francia, y en el que se reproduce una balsa construida con los restos de la fragata francesa La Medusa, tras el naufragio ocurrido cerca de Marruecos en 1816, en la que 149 personas aguantaron 27 días sin rumbo fijo por mar abierto, buscando la forma de mantener la esperanza en cada circunstancia, y tratando de descubrir las posibilidades de obtener ayuda.
Ayer sin ir más lejos, me llegó un correo electrónico que tras celebrar los artículos brillantes e irónicos, invita a poner los pies en el suelo próximo y plantea una crítica sana y dura de la realidad cotidiana. Esa realidad que es capaz de permitir que pobres ancianos tengan que esperar dos horas al sol, en el mejor de los casos, para obtener el visado de una receta, porque cada vez se visan más y hay menos funcionarios para ello, habiéndose reducido los horarios de inspección, y tras haber tenido que ir varias veces al ambulatorio, pasando allí otro par de horas, porque también hay menos personal para atenderlos. Lo que parece pretende que nos quedemos sin beneficiarios de la sanidad pública, porque se cansen de estar permanentemente haciendo colas o en ocasiones lamentables fallezcan al no recibir atención médica en su momento.
O esa otra realidad que hace que el comentario más oído estos días sea el de '¿Qué tal las vacaciones? Pues mal, me entraron a robar en casa y...', pero lo peor no era eso, sino que al ir a denunciarlo la policía no daba abasto, porque ya no podía atender ni las denuncias debido a su volumen, y a los pocos medios y organización con los que cuenta. O los accidentes en las carreteras, que cada vez que hay un puente muere cantidad de gente, y a lo mejor va y resulta que desde hace años, superada la falsa polémica autopistas frente autovías, el Gobierno no gasta lo que toca en infraestructuras y ni tan siquiera mantiene debidamente las existentes.
En fin, estas y otras muchas situaciones que podríamos citar a título de ejemplo, que el Gobierno consiente y la oposición no advierte suficientemente, preocupada siempre como está por sucesivos congresos regionales, por interminables diferencias internas, y por si el ministro portavoz se mete maleducadamente, o se deja de meter, las manos en los bolsillos.
Bien está en reírnos del desembarco accidental de los británicos en La Línea de la Concepción, pero de seguir así, este país sufrirá en un futuro próximo las consecuencias de una política económica ya experimentada por Margaret Thatcher hace unos años, reflejada en numerosas películas recientes del cine británico, y cuyos efectos aún se dejan sentir en la política de Tony Blair, eliminando miles de puestos de trabajo en el servicio de correos para afrontar la privatización o, válgase la paradoja, devolviendo a la gestión pública la red de ferrocarriles previamente liberalizada.
La situación económica aconseja por tanto la adopción de una serie de medidas urgentes que se alejan del conformismo de una virtual situación de bonanza, pues a las dificultades de la economía alemana, locomotora de la Unión Europea con un 30% de su PIB, se suma el cierre de fronteras del mercado americano, al cual retroceden nuestras exportaciones en el último año, y por ende se produce la caída de la tasa de cobertura del comercio exterior, tanto español como valenciano, este último tradicionalmente exportador. Sin duda el correo electrónico recibido, de mi hermana Mercedes en este caso, no por familiar entiendo menos acertado, adelanta también los previsibles acontecimientos.
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